El inicio de 2025 trae consigo un cambio en la fabricación de botellas de plástico en Europa. A partir de este año, las botellas hechas con tereftalato de polietileno (PET) deberán contener al menos un 25% de plástico reciclado, según establece la Directiva (UE) 2019/904 del Parlamento Europeo. Esta normativa busca reducir el impacto ambiental de los productos de plástico y se enmarca en una estrategia más amplia hacia la sostenibilidad.
Este cambio no solo requiere adaptar los procesos de producción, sino también garantizar que se cumplan los estándares de calidad y seguridad. La medida forma parte de un plan a largo plazo que establece que para 2030 todas las botellas deberán contener al menos un 30% de plástico reciclado.
Estas normativas forman parte de los esfuerzos de la Unión Europea por combatir la contaminación por plásticos de un solo uso, que afecta gravemente a los mares y océanos. Según estudios recientes, los residuos plásticos representan una amenaza creciente para los ecosistemas marinos y medidas como esta buscan frenar su acumulación y mitigar sus efectos.
No es la primera vez que las regulaciones europeas introducen cambios importantes en el diseño de las botellas de plástico. En 2018, la UE aprobó la norma que obliga a los fabricantes a producir botellas con tapones unidos al envase. Este cambio, implementado gradualmente, tenía como objetivo reducir los residuos que generan las tapas sueltas, a menudo difíciles de reciclar y propensas a terminar en entornos naturales.
En España, la Ley 7/2022 de residuos y suelos contaminados también ha reforzado estas medidas. Esta normativa, alineada con las directrices europeas, establece que solo podrán comercializarse productos de plástico de un solo uso cuyas tapas y tapones permanezcan unidos al envase.
Aunque estas imposiciones representan una complicación para los fabricantes, también abren la puerta a nuevas oportunidades en la innovación de materiales y procesos sostenibles.