«Sorprende que un verso, una canción, una creencia o una ilustración sea algo a combatir tan virulentamente», decía el autor de cómics Tomeu Seguí refiriéndose al atentado yihadista contra la revista ‘Charlie Hebdo’, del que se cumplen diez años estos días. Sorprende, tiene razón, que la cultura pueda costar la vida en pleno siglo XXI: en Francia dejó de ser delito la blasfemia en 1791, la matanza del semanario satírico tuvo lugar en París 224 años después. Afortunadamente, ante la ofensa (la difícilmente comprensible ofensa de un verso, una canción, una creencia o una ilustración), uno puede responder con la crítica (más o menos desabrida, más o menos furibunda, más o menos argumentada), incluso con una denuncia si se cree...
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