Los Ángeles, la segunda mayor ciudad de EE.UU., estuvo ayer cercada por hasta cinco incendios, en un desastre natural provocado por la combinación de alta sequedad y vientos huracanados. «La pasada noche fue una de las más devastadoras y aterradoras que se han visto en cualquier punto de esta ciudad, en cualquier punto de su historia», dijo Marqueece Harris-Dawson, la presidente del Consejo Municipal de Los Ángeles. Las llamas arrasaron miles de hectáreas en varios puntos de la ciudad y con mucha violencia, con los cuerpos de bomberos desbordados ante la amenaza múltiple del fuego. «El Departamento de Bomberos del condado de Los Ángeles estaba preparado para enfrentar uno o dos grandes incendios forestales, pero no cuatro», reconoció Anthony Marrone, el jefe del cuerpo de bomberos. Al cierre de esta edición, el fuego más devastador era el de Eaton, en las inmediaciones de Pasadena, donde el fuego había quemado más de 4.000 hectáreas y donde se habían registrado dos víctimas mortales, los únicos fallecimientos registrados hasta el momento. Según la última información de las autoridades, «decenas de miles de casas» se han visto afectadas por el incendio, contra el que luchaban 750 bomberos en turnos interminables, desde el día anterior. Una de las que confían en su trabajo es Martina Valenzuela, una residente de Altadena, muy cerca de ese fuego, informa Javier Palomo . Valenzuela explicó a este periódico que la situación en Los Ángeles era «anárquica» ante la acumulación de amenazas de fuego: «Volvía del trabajo y la gente se saltaba los semáforos, había árboles cayendo sobre los coches… Resultaba apocalíptico, como de película, parecía que no hubiera nadie al mando». «Hemos amanecido y había un nuevo foco aquí cerca, estamos rezando para que el viento no traiga el fuego hasta nuestra zona», añadió. La clave está en la fuerza del viento. El martes por la noche llegó hasta 160 kilómetros por hora en algunos puntos de la ciudad y las autoridades confiaban en que bajara para la tarde de ayer. Antes que el fuego en Eaton habían empezado a arder las colinas cercanas a Pacific Palisades, una localidad incrustada en la icónica carretera que va desde Santa Mónica a Malibú, una de las joyas de la costa californiana. Allí ardieron cientos de edificios, en una de las zonas privilegiadas de Los Ángeles, elegidas por muchos famosos. Entre las casi 40.000 personas que tuvieron que evacuar la zona estaba el actor James Woods. «El caos era total», relató el actor a la CNN. «Era como un infierno, todas las casas a nuestro alrededor estaban en llamas», agregó. Como tantos otros, no sabe si su casa estará en pie tras el paso del fuego. «Un día te estás bañando en la piscina y al día siguiente no queda nada». Otros sabían que no encontrarán sus casas cuando todo haya pasado. Es el caso de Israel, un chico que se encontró con un amigo documentalista, Tanner Charles, mientras evacuaba su casa en Pacific Palisades junto a su familia. Regresó a su hogar con Charles y, después de tomar imágenes del desastre, trató de salvar su casa con mangueras. Fue imposible. «Es como me imagino que debe ser el infierno», relató a 'Los Angeles Times'. Un tercer fuego, el de Hurst, asoló Los Ángeles por otro costado y otros dos más de tamaño más pequeño también se habían registrado. Los incendios provocaron cortes de carreteras, una atmósfera irrespirable en buena parte de la ciudad y cortes de electricidad para 400.000 hogares en California. Las previsiones apuntan a que estos incendios acumulados, por su impacto en zonas urbanas, sean los de mayor coste económico de la historia del estado. Además del viento, el principal problema era la escasez de recursos para combatir la fuerza del fuego. Los equipos de bomberos no daban ayer abasto, con la dificultad añadida de la escasez de agua. En el incendio de Pacific Palisades, por ejemplo, las bocas de agua se secaron. Y los hidroaviones no podían participar en las labores de extinción por los fuertes vientos. Esa falta de agua provocó una trifulca política entre Gavin Newsom, el gobernador de California, y Donald Trump. El presidente-electo de EE.UU. responsabilizó a Newsom de los fuegos por «negarse a firmar una declaración de restauración de agua», aseguró en referencia a un plan hidrográfico que limita el trasvase de agua por motivos medioambientales.