Existe la popular creencia de que el ejercicio tiene un impacto exclusivo en la salud física. Sin embargo, sus beneficios van mucho más allá, influyendo de forma significativa en la salud mental.
Ahora, una técnica japonesa desafía la creencia de que el ejercicio debe ser intenso y agotador para ser efectivo, aportando una nueva perspectiva que busca reconectar el cuerpo con la mente mientras se realiza actividad física.
Se trata del slow jogging, una técnica de trote lento y consciente desarrollada por el profesor Hiroaki Tanaka de la Universidad de Fukuoka. Esta práctica promueve mantener un ritmo suave que permite conversar e incluso sonreír mientras se realiza ejercicio, alejándose de la idea de que este debe ser agotador para ser eficaz.
Más allá de su enfoque físico, el slow jogging invita a reflexionar sobre la relación entre el cuerpo, la mente y las emociones. Se la considera una forma de meditación en movimiento, como el yoga, que no solo mejora la fuerza y elasticidad del cuerpo, sino que también favorece el equilibrio mental y emocional.
Teóricos como Martín Lombardo destacan que actividades como el slow jogging no solo cuidan la salud física, sino que también fortalecen la conexión espiritual y emocional.
A pesar de ser un ejercicio lento, diversos estudios han demostrado que esta práctica genera un mayor gasto energético que caminar rápido, activando la lipasa, una enzima encargada de descomponer las reservas de grasa acumulada para convertirlas en energía.
Además de promover la pérdida de peso saludable y sostenible en el tiempo, así como una reducción en el perímetro abdominal, el slow jogging aporta los siguientes beneficios:
El slow jogging consiste en mantener un ritmo cardíaco suave y estable para practicar la meditación y conectar con las emociones y el cuerpo ya que si se acelera el ritmo del ejercicio, se pierden los pensamientos.
Para realizarlo de forma adecuada, es importante mantener un ritmo lento y constante a una velocidad de aproximadamente 180 pasos por minuto, apoyando la parte media del pie para aprovechar la amortiguación natural del arco.
Para quienes tiene poco tiempo, se recomienda realizar sesiones de 10 minutos tres veces al día. Sin embargo, lo mejor es dedicar entre 30 y 60 minutos diarios a esta actividad.
El objetivo es mantener un estado relajado que permita meditar y disfrutar del ejercicio, logrando que se convierta en una experiencia placentera mientras se trota.