«No puede ser», contestó el hoy marginado líder socialista madrileño Juan Lobato a las exigencias que se le hacían desde la Moncloa para que utilizara los mensajes, filtrados ilegalmente sobre las relaciones de un particular con Hacienda, para atacar a una adversaria política que Sánchez, obsesivamente, persigue sin miramientos. Si hace seis años, cuando Sánchez derribó a Rajoy, en nombre de la decencia y en contra de la corrupción, nos hubieran dicho que veríamos lo que estamos viendo, la reacción general hubiera sido también un «no puede ser». Y sin embargo, está siendo: Sánchez está hiriendo de muerte al Estado de derecho, entre el escándalo de los medianamente informados, la analfabeta complacencia de los mas fanáticos doctrinarios y el coro...
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