El conflicto entre China y Taiwán se agrava tras la denuncia de un sabotaje a cables submarinos por parte de un buque chino. La Guardia Costera de Taiwán acusó al carguero Shunxing 39 de dañar cuatro núcleos de un cable internacional clave que conecta con la compañía estadounidense AT&T. Este incidente, ocurrido el 3 de enero cerca del puerto de Keelung, refuerza los temores de Taiwán sobre posibles ataques a su infraestructura crítica en medio de las crecientes tensiones con Pekín.
El sabotaje a cables submarinos ha sido calificado como parte de una estrategia de "zona gris" empleada por China para ejercer presión sobre Taiwán sin recurrir a un conflicto abierto. Este acto se suma a preocupantes patrones internacionales, como los incidentes en el mar Báltico que involucraron a buques chinos y rusos. “Estamos ante un caso más de sabotaje deliberado contra infraestructura crítica marítima”, declaró un alto funcionario de seguridad taiwanés al Financial Times.
Las acusaciones contra el Shunxing39 resaltan las tensiones crecientes en la región. Aunque navega bajo bandera de Camerún, Taiwán asegura que el buque es propiedad de Jie Yang Trading Ltd, dirigida por el ciudadano chino Guo Wenjie. Según datos de seguimiento, el barco habría dejado caer su ancla cerca del lugar de la ruptura, dañando los cables.
Chunghwa Telecom, el principal proveedor de telecomunicaciones de Taiwán, confirmó que las conexiones se restablecieron al desviar el tráfico a otros cables submarinos. Sin embargo, el acto ha reforzado los temores de Taiwán sobre la posibilidad de que Pekín pueda atacar infraestructura crítica como parte de un intento de anexión.
Este incidente ocurre en un contexto de intensificación de las maniobras militares chinas cerca de Taiwán. En meses recientes, Pekín ha llevado a cabo ejercicios militares de gran escala, según las autoridades taiwanesas, mientras el presidente Xi Jinping reiteró su intención de reunificar Taiwán con China, declarando que “nadie puede detener la tendencia histórica de la reunificación”.
Para Taiwán, estas acciones representan una táctica de "zona gris", diseñada para desestabilizar sin desencadenar un conflicto directo. En respuesta, el país ha comenzado a desarrollar satélites de órbita baja para reforzar su resiliencia en telecomunicaciones, mientras busca apoyo internacional para proteger su infraestructura crítica.