Hace seis años, la orca Tahlequah nadó durante 1.600 kilómetros por las aguas que unen Vancouver, en Canadá, de Seattle, en Estados Unidos, empujando el cadáver de su cría muerta ante la congoja de los científicos, que comprobaban cómo el animal había sido incapaz de superar la muerte de su hija.
Ahora, el animal, conocido también con el impersonal nombre de J35, lo ha vuelto a hacer. Mismas aguas. Misma situación. Otra cría, muerta también mientras su madre se niega a aceptar la pérdida.
Este “complejo de Juan la Loca” (la reina española que paseó el cadáver de su esposo, Felipe el Hermoso por media España ante su incapacidad de aceptar su muerte) aplicado en esta ocasión a las crías es un comportamiento muy inusual que tiene desconcertados a los expertos, y es especialmente preocupante en una especie con muchos problemas de supervivencia.
El Centro de Investigación de Ballenas con sede en el estado de Washington (Estados Unidos) dijo que la orca, conocida como Tahlequah o J35, fue vista en el área de Puget Sound con su cría muerta..
Tahlequah es miembro de la población de orcas residentes del sur, en grave peligro de extinción, un ecotipo que los expertos temen esté en vías de extinguirse de la costa del Pacífico.
La ballena ya había sido noticia en 2018 cuando empujó el cuerpo de su cría por el mar de Salish, situado entre las fronteras de Canadá y Estados Unidos, junto al estado de Washington, durante 17 días en un aparente acto de duelo.
Ahora ha perdido dos de sus crías documentadas, ambas hembras. Su primera cría nació hace 14 años y todavía está viva. La tercera nació en 2020 y también está sana, según informa el diario The Guardian.
Los investigadores se mostraron inicialmente optimistas sobre la nueva cría de Tahlequah, conocida como J61, pero pronto sospecharon que el recién nacido sufría problemas de salud.
“Los primeros años de vida siempre son peligrosos para las nuevas crías, con una tasa de mortalidad muy alta en el primer año. J35 es una madre experimentada y esperamos que pueda mantener con vida a J61 durante estos primeros días difíciles”, escribió el centro el 23 de diciembre. La repentina muerte ha dejado al equipo “profundamente entristecido”.
“La muerte de cualquier cría de la [población residente del sur en peligro de extinción] es una pérdida tremenda, pero la muerte de J61 es particularmente devastadora, no solo porque era una hembra, que un día podría haber liderado su propia línea materna, sino también dada la historia de su madre J35, que ahora ha perdido dos de las cuatro crías documentadas, ambas hembras”, escribió el centro, informa The Guardian..
Los expertos dicen que el estado de las orcas residentes del sur, en peligro crítico de extinción, refleja un ecosistema en crisis, aunque sigue habiendo debate sobre la mejor forma de frenar un inminente colapso poblacional.
En los últimos meses, grupos conservacionistas han pedido al ministro de Medio Ambiente de Canadá que emita una orden de emergencia, una herramienta legal rara vez utilizada pero poderosa para proteger a una especie al borde de la extirpación.
Estos poderes sólo se han utilizado dos veces anteriormente: una para salvar al urogallo mayor en Alberta y más tarde para proteger a la rana coro occidental en Quebec.
Una evaluación reciente realizada por diversas dependencias del gobierno federal determinó que la población había descendido a 73 ejemplares, una cifra confirmada por el Centro de Investigación de Ballenas. Se cree que solo quedan 23 hembras reproductoras.
