China parece haber encontrado una forma de sortear las tarifas impuestas por Donald Trump, tal como lo hizo en el pasado. La estrategia de reubicación de la producción podría ser la clave para mantener su competitividad en el mercado internacional.
En 2018, el entonces presidente Trump impuso tarifas a las bicicletas chinas, lo que llevó a los fabricantes a trasladar sus operaciones de ensamblaje final a países como Camboya, India y Malasia. Este movimiento no solo les permitió evitar los aranceles, sino que también les brindó la oportunidad de diversificar su cadena de suministro.
Ahora, con la posibilidad de nuevas tarifas, China podría estar preparándose para repetir esta táctica. La capacidad de adaptarse rápidamente a las condiciones del mercado ha sido una característica distintiva de la industria china, lo que les permite mantenerse a la vanguardia a pesar de las presiones externas.
La reubicación de la producción ha demostrado ser una estrategia efectiva para las empresas chinas. Al mover sus operaciones a países con costos laborales más bajos y menos restricciones comerciales, pueden seguir siendo competitivos en el mercado global. Este enfoque no solo les ayuda a eludir tarifas, sino que también les permite acceder a nuevos mercados.
La capacidad de China para adaptarse a las tarifas de Trump no solo afecta a su economía, sino que también tiene repercusiones en la cadena de suministro global. A medida que las empresas chinas trasladan su producción, otros países se benefician de la inversión y la creación de empleo, lo que a su vez puede alterar el equilibrio comercial en la región.
Las tácticas de evasión de tarifas de China plantean preguntas sobre el futuro de las relaciones comerciales entre Estados Unidos y China. A medida que ambos países continúan negociando, la capacidad de China para adaptarse y encontrar soluciones creativas podría influir en la dirección de estas relaciones en los próximos años.
