El letrero «Gateway to Mars» es solo el comienzo de la ambición de Elon Musk de colonizar el planeta rojo. El papel crucial del cohete Starship y SpaceX para establecer una ciudad autosuficiente en Marte.
El letrero luminoso instalado por SpaceX en su sede de Starbase el año pasado, en el que se lee “Gateway to Mars” (puerta de acceso a Marte), simboliza las ambiciones del fundador de la compañía, Elon Musk. Desde su establecimiento en 2002, con el capital obtenido de la venta de PayPal, Musk ha desarrollado una visión que busca establecer presencia humana en el planeta rojo. A pesar de los increíbles avances logrados por SpaceX, el propio Musk ha declarado que la realización de su plan más optimista requiere al menos mil naves Starship y un periodo de aproximadamente 20 años de continuas innovaciones.
Antes de dedicarse a SpaceX, Musk tuvo una breve participación en la junta directiva de la Mars Society, una organización sin fines de lucro que se dedica a promover la exploración y colonización de Marte por parte de los humanos. En una conferencia de esta sociedad, Musk presentó su primer ambicioso proyecto, denominado Mars Oasis, que consistía en el establecimiento de un pequeño invernadero en Marte para reavivar el interés del público en la exploración de ese planeta.
Con el tiempo, la idea inicial de cultivar plantas en Marte se ha transformado en un objetivo mucho más audaz: la intención de convertir a la humanidad en una especie multiplanetaria. Este enfoque también implica la creación de una infraestructura capaz de soportar un asentamiento humano autosostenible en Marte. Así, el diseño y la concepción del programa Starship han evolucionado, pero su propósito central permanece intacto.
El programa Starship de SpaceX busca desarrollar un cohete grande y completamente reutilizable, diseñado para lanzar más de 100 toneladas al espacio a un coste reducido. Musk imagina una flota de estos cohetes, que serán financiados tanto con fondos públicos como privados, capaces de transportar a numerosas personas al planeta marciano, donde se establecería una base habitada. En este contexto, la visión de Musk incluye que miles de cohetes realicen vuelos hacia Marte cada vez que las condiciones planetarias sean favorables, con el objetivo de edificar una ciudad autosuficiente que albergue a un millón de habitantes.
Sin embargo, SpaceX aún tiene que demostrar la viabilidad de sus propuestas. A pesar de ser ambicioso, Musk mantiene un enfoque optimista. En 2019, el empresario calculó que necesitarían mil naves Starship y 20 años de lanzamientos para concretar su visión de una ciudad sostenible en Marte. Acentuando su punto, Musk indicó que cada lanzamiento podría costar alrededor de 2 millones de dólares, una cifra que contrasta de manera significativa con los costos actuales de la industria aeroespacial, donde el lanzamiento del Falcon Heavy, el cohete más potente en operaciones, asciende a 50 millones de dólares.
En 2020, Musk presentó nuevos cálculos. Su objetivo es que Starship opere tres veces al día y realice mil lanzamientos anuales, siendo capaces de lanzar un megatón al espacio por cada diez naves. “Si construimos 100 Starships al año, obtendremos 1000 en 10 años, o 100 megatones al año”, afirmó Musk, sugiriendo que esta capacidad podría permitir el traslado de aproximadamente 100,000 personas en cada ventana orbital Tierra-Marte.
Las ventanas de lanzamiento hacia Marte se presentan cada 26 meses, cuando el planeta se encuentra más cerca de la Tierra. Musk ha planteado que, si los lanzamientos comienzan en 2028, la creación de una ciudad marciana con un millón de habitantes podría concretarse en 2050. No obstante, esta visión optimista plantea numerosas interrogantes sobre su viabilidad. ¿Qué cantidad de personas estaría dispuesta a emigrar a Marte? ¿Qué requisitos serían necesarios para convertirse en un candidato para esta aventura espacial?
Además, es pertinente cuestionar las implicaciones de esta migración. Si los colonos decidieran finalmente regresar a la Tierra, ¿Tendrían la opción de hacerlo? Este escenario también se extiende a las futuras generaciones que podrían nacer en Marte: si estas personas desearan regresar, ¿Serían recibidas adecuadamente en su planeta de origen? Teniendo en cuenta el futuro de esta colonización marciana, la posibilidad del turismo entre los dos planetas, así como la viabilidad de las comunicaciones, se convierte en un punto debatible en la reflexión sobre el futuro interplanetario de la humanidad.
