Un trágico accidente aéreo marcó la vida de una familia de nueve integrantes cuando el vuelo de Jeju Air se estrelló en Muan, Corea del Sur. La tragedia no solo cobró vidas humanas, sino que también dejó huella en "Pudding", el perro de la familia, quien continuó aguardando fielmente el regreso de sus seres queridos.
El accidente, ocurrido cuando el avión intentaba aterrizar, dejó sin vida a Bey, de 79 años, junto a su esposo, dos hijas y nietos. El can, especialmente unido al menor de cinco años, quedó solo en la casa familiar, rehusándose a abandonar el lugar que compartió con ellos.
Tras el accidente aéreo, el perro Pudding comenzó a vagar por su hogar vacío, corriendo cada vez que veía pasar un coche, con la esperanza de que su familia regresara. Los vecinos, conmovidos por su lealtad, intentaron alimentarlo y brindarle cuidados, pero el can insistía en permanecer en la vivienda, esperando a quienes jamás volverían.
Pudding fue especialmente cercano al nieto menor de la familia, un vínculo que se evidenció en su resistencia a dejar el hogar.
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Según informes locales, el perro mostraba signos de ansiedad y tristeza, reflejo de la conexión emocional que tenía con la familia.
La organización protectora de animales CARE intervino para garantizar el bienestar del perro tras notar su estado. Lo rescataron y se comprometieron a darle un hogar temporal mientras buscan un adoptante responsable.
Según un representante de CARE, el caso de Pudding destaca la importancia de proteger y cuidar a los animales afectados por tragedias humanas. Esta organización gestionó casos similares, subrayando la necesidad de adoptar animales que quedan desamparados. CARE invita a la comunidad a participar en programas de adopción para brindar una nueva oportunidad a estos seres fieles.
