Nada más terminado el pasado rally Dakar en el desierto de Arabia Saudita, su director David Castera abrió el ordenador y comenzó a "escribir" mientras revisaba mapas por satélite para diseñar el trazado de la actual edición.
La competición 2025 del prestigioso rally de aventura levantó el telón este viernes, con 8.000 kilómetros por delante en dos semanas a través de la Península Arábiga. Pero la génesis de este largo viaje se remonta a casi un año antes.
Castera pasó sus meses de febrero y marzo del año pasado viendo una y otra vez, durante horas, mapas de Google Earth realizados vía satélite. Estuvo así errando virtualmente por el inmenso y árido desierto saudita, detectando pistas, caminos o huellas del paso de 4x4, signo de que el lugar es transitable por vehículos motorizados.
"Paso tardes y noches trazando, escribiendo, intentando crear", explica Castera en una entrevista con la AFP ya en la caravana de esta edición en Bisha, punto de partida del Dakar-2025.
Con su experiencia de expiloto del Dakar, este quincuagenario de barba ya plagada de cabellos blancos analiza los terrenos más propicios para la conducción técnica o aquellos que dan más margen a la velocidad, o los que tienen más subidas y bajadas. Se analiza todo de manera minuciosa para terminar componiendo el prólogo y las doce etapas.
"Hay que hacer equilibrios entre los kilometrajes, las dunas, la arena. Conseguir que la dificultad esté repartida como tiene que repartirse, que haya competición deportiva de principio a fin, que haya historias para contar", describe.
"Se trata también de romper el ritmo. Buscamos a menudo montañas porque siempre son zonas más sinuosas (...) No puedes hacer 500 kilómetros al máximo, eso no tiene sentido, no tiene interés", dice David Castera.
Después del diseño del recorrido, son las autoridades sauditas las que deben dar su visto bueno al plan y a las ciudades-etapa elegidas.
Y una vez conseguida la luz verde, el equipo directivo del rally realiza tres viajes de quince días entre abril y junio, con un pequeño convoy de dos autos 4x4 y un camión logístico para seguir el trazado imaginado desde las pantallas de ordenador de París, para que meses después lo puedan seguir los 800 competidores.
"Ahí es donde te das cuenta, en el terreno, de si realmente tiene interés. Porque a veces crees que algo puede estar bien, pero la pista resulta que está hecha una pena o que luego no presenta interés deportivamente", relata Pierre Lenfant, coordinador deportivo del Dakar, que supervisa esos viajes de inspección.
Las conversaciones entre el director y su equipo colaborador hacen el resto y determinan de forma casi definitiva cómo va a ser el Dakar del año siguiente. Ahí se pone en funcionamiento el engranaje logístico de la empresa organizadora, ASO.
El proyecto, ya más definido y cerrado, se envía de nuevo a Arabia Saudita, donde distintas administraciones estudian las cuestiones de seguridad interna, energía, cultura o medio ambiente, para pulir el diamante hasta antes del último cuatrimestre del año.
En septiembre, los responsables del Dakar vuelven a lanzarse a la arena, con tres viajes sucesivos para escribir el 'roadbook', es decir, una guía de navegación que de manera muy precisa servirá a los competidores durante la carrera.
"El ritmo es mucho más lento. Es de 15 km/h de media, o de 20 cuando se va muy bien, ya que estamos construyendo ese roadbook", dice Pierre Lenfant.
El 'roadbook' se guarda como un secreto de Estado y los participantes ignoran el trazado exacto del recorrido hasta que llegan al inicio de la especial.
Una vez el 'roadbook' escrito, hay que llevarlo a la práctica.
A principios de diciembre, un nuevo equipo de los organizadores aterriza en Arabia Saudita para intentar "abrir" el trayecto con una mirada nueva, ya a través de las condiciones de carrera. Su experiencia permite aportar al plan las últimas enmiendas.
Largos meses de trabajo preparatorio llegan a su fin y una vez recibido el nuevo año, el Dakar está servido y listo para hacer vibrar a los amantes de las emociones fuertes.
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