El
Barça de
Flick jugó mejor que nunca ante el
Atlético y, por querer ganar el partido, terminó perdiéndolo en el último suspiro. No han pasado ni dos semanas de ese traspié nada merecido, pero han sucedido tantísimas cosas de por medio en el club de los líos, que parece que hayan pasado dos meses. Esa noche, tras consumarse que el
Barça tiraba el liderato y que solo había ganado uno de los últimos siete encuentros ligueros, parecía el fin del mundo. Con las
Navidades y tantas sobremesas de por medio, el barcelonismo cae en la cuenta que, deportivamente, todo tiene remedio y que es mejor ilusionarse con el fútbol que desesperarse con todo el desgobierno del club. Al fin y al cabo, las tres derrotas consecutivas en casa ya son agua pasada y queda media
Liga para que los de
Flick vuelvan a ser la máquina goleadora del arranque del proyecto.
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