La falta de una dirección general sumado a una forma de administrar el club al tuntún, sin un rumbo claro ni unas directrices marcadas, provoca que en muchos ámbitos el
Barça sea un caos. También en el
Palau Blaugrana. Las sustituciones del banquillo de baloncesto y de fútbol sala no han dado, hasta hoy, el impulso que necesitaban sendos equipos. Al contrario, por más que
Peñarroya tenga más experiencia que
Grimau y por más que aseguren que
Tino Pérez es todavía mejor que
Velasco, los resultados de los dos equipos dejan mucho que desear. En baloncesto, una buena plantilla está rindiendo muy por debajo de sus posibilidades. Que salga “cruz” a cada partido que llega igualado al final, no puede ser ya casualidad. Perder uno de cada dos encuentros no es propio del
Barça. Perder 10 de los últimos 15, menos. Pero lo inesperado es que salga el capitán
Abrines, tras perder en
Zaragoza, y diga que “estamos jugando como un equipo de
Tercera División”. Autocrítica excesiva que, lejos de hacer reaccionar el equipo, ha ido todavía a peor.
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