La Armada española ha presentado un ambicioso plan para renovar y expandir su flota de cara a los próximos diez años. Este proyecto, revelado en el marco de la feria Exponaval celebrada en Chile por el contralmirante Nicolás Lapique, director de Ingeniería y Construcción Naval de la Jefatura de Apoyo Logístico, incluye la adquisición de alrededor de medio centenar de buques y una inversión significativa en modernización y tecnología. A continuación, se analizan los detalles de este plan que transformará la Armada española en una fuerza naval de referencia.
El plan presentado incluye 18 programas principales, desde nuevas adquisiciones hasta la modernización de unidades existentes. Este proyecto busca responder a las necesidades operativas futuras y mantener la capacidad de España para operar eficazmente en escenarios internacionales.
Tras el encargo inicial de cinco fragatas F-110, con un marcado carácter antisubmarino (ASW, Anti Submarine Warfare), para sustituir a las ya obsoletas F-80, de la clase Santa María, las previsiones apuntan ya a que la serie incluiría dos más adicionales optimizadas (hasta un total de siete) en la siguiente fase del programa. Las F-110 Flight II serán más polivalentes, con capacidad AAW (Anti Air Warfare) para la guerra antiaérea, antisuperficie y antisubmarina cercana (ASUW/MPF). Incorporarán mejoras tecnológicas respecto a las versiones iniciales, como sistemas de radar más avanzados, capacidad de integración con nuevos drones y armas hipersónicas. Estas fragatas se construirán a partir de 2033, consolidando a España como un referente en diseño naval avanzado. Podrán, además, hacer funciones de buque de mando.
2. Submarinos S-80 Flight II
El programa de submarinos contempla dos unidades adicionales, complementando a los cuatro S-80 en marcha (el actual S-81 entregado en noviembre de 2023 y los tres restantes). Comenzarían a construirse en 2029, año a partir del cual deberían estar ya entregados los cuatro mencionados. Diseñados con propulsión independiente del aire (AIP) y capacidades avanzadas de detección submarina, los S-80 Flight II reforzarán la proyección de fuerza y disuasión.
En 2027 se iniciará la construcción de ocho patrulleros costeros. Estos buques serán fundamentales para garantizar la seguridad en aguas territoriales, combatir amenazas como el narcotráfico y la inmigración irregular, y proteger los intereses españoles en zonas marítimas sensibles.
El plan incluye dos nuevos buques de asalto anfibio LHD, similares al "Juan Carlos I", aunque no se especifica si se unirán a este hasta contar con tres buques portaaeronaves o si serán solo dos, una vez el actual buque insignia de la Armada finalice su ciclo. Estas unidades desempeñarán un papel crucial en misiones de proyección de fuerzas, respuesta humanitaria y apoyo logístico en operaciones internacionales. Evidentemente, estos dos dos nuevos LHD deberían incluir un ala fija embarcada, previsiblemente F-35B si se construyen como el actual, u otros modelos de avión si se le incorpora una pista que permita el aterrizaje y despegue con catapulta de otros modelos de caza, como el Rafale-M francés.
5. Corbetas europeas
La adquisición de seis corbetas europeas reforzará la capacidad de protección y vigilancia en el Mediterráneo. Estas unidades, diseñadas con un enfoque en la sostenibilidad y la interoperabilidad, ofrecerán una plataforma versátil para misiones de patrulla y defensa costera.
Tres buques nodriza, previstos para 2029, reforzarán las capacidades logísticas de la Armada. Estos barcos garantizarán el abastecimiento de flotas desplegadas en alta mar, permitiendo operaciones prolongadas y sostenibles.
En 2033, la Armada contará con seis nuevos cazaminas equipados con tecnología avanzada para garantizar la seguridad de las rutas marítimas y la protección frente a amenazas submarinas.
8. Siete conectores entre buque y costa, a partir de 2028
9. Un petrolero de Flota, para el año 2031
10. Buques de Acción Marítima (BAM)
La Armada recibirá dos nuevos BAM, que se unirán a los seis en servicio en la actualidad, que están ya en un proceso de estudio de ingeniería para definir su perfil, aunque el objetivo es que seas capaces de actuar como buques de combate de superficie, en cometidos antisubmarinos y de guerra de superficie. Las seis actuales tienen un carácter más de patrullero oceánico y no van armados como buques de guerra, aunque sí incorporan un cañón Oto Melara (76 mm) / 62 y dos ametralladoras MK-38 Mod.2 25 mm.
Junto a las nuevas adquisiciones, la Armada ha destacado la importancia de modernizar sus unidades actuales para mantenerlas operativas y adaptadas a las demandas contemporáneas.
Las cinco fragatas de la clase F-100 recibirán una actualización de media vida que incluirá mejoras en sistemas de radar, integración de nuevas armas y actualizaciones en su capacidad de guerra electrónica. Estas mejoras asegurarán su competitividad operativa hasta la entrada en servicio de las F-110 Flight II.
Los buques de asalto anfibio, como el "Castilla" y el "Galicia", también serán sometidos a procesos de modernización para garantizar su eficacia en misiones de apoyo logístico y operativos internacionales.
El plan también incluye cuatro buques auxiliares clase Carnota, un buque de aprovisionamiento en combate y un buque hidrográfico oceánico, todos ellos destinados a mejorar la capacidad logística y de soporte de la flota.
Cazaminas
Modernización de los seis cazaminas actuales de la Armada, que entraron en servicio entre 1999 y 2005. Construidos en los antiguos astilleros de Bazán -hoy Navantia-, están integrados en la Escuadrilla de Medidas Contraminas (MCM) con base en el Arsenal de Cartagena. Los cazaminas tienen unas características muy peculiares que los hacen diferentes al resto de embarcaciones de la flota. La principal diferencia quizás está en el casco. Con una eslora de 54 metros, son buques de fibra vidrio (plástico reforzado con vidrio, PRFV), diseñados para resistir explosiones submarinas, mientras que el resto están construidos en acero. Este material evita la atracción de las minas magnéticas que hay en el mercado.
Aunque se trata de barcos todavía en buen estado, lo cierto es que la tecnología de hoy no tiene nada que ver con la de hace dos décadas y algunos de sus equipos están ya obsoletos. Por ello, la Armada ya ha redactado un documento que incluye todas las mejoras necesarias para que estos barcos pueden continuar operativos por lo menos otros 15 años más. La idea es efectuar, cuanto antes mejor, una modernización de media vida para hacer ese lavado de cara que necesitan los barcos. El programa está ahora mismo en ‘stand by’, es decir, la Armada tiene claro qué necesita sustituir y ya ha dado el primer paso pero queda lo más difícil, encontrar el dinero para pagarlo. Uno de los sistemas que hay que renovar es el sonar, el corazón de este buque, un dispositivo que escucha todo lo que hay bajo el mar y detecta cualquier amenaza. Mientras llega la financiación, ya está en marcha en plan para actualizar el conocido como Sistema Integrado de Control de Plataforma, que viene a ser una consola que coordina todos los equipos del barco, y también se ha mejorado el robot submarino Pluto Plus operado por control remoto. En concreto, se ha hecho una actualización e instalado nuevas luces, además de una cámara más moderna.
La Armada también ha destacado la necesidad de buques especializados para misiones concretas. Entre ellos se encuentran:
Un nuevo buque oceanográfico reemplazará al veterano Hespérides en 2027. Diseñado para investigaciones científicas y misiones polares, contará con tecnologías de vanguardia para estudiar los efectos del cambio climático y otras áreas de interés estratégico.
Un nuevo BAM de inteligencia será encargado en 2028, sustituyendo al actual Alerta. Este buque reforzará las capacidades de recopilación de información y análisis en entornos operativos complejos.
La implementación de estos programas no solo fortalecerá la defensa nacional, sino que también tendrá un impacto significativo en la economía y la industria tecnológica.
La construcción y mantenimiento de los buques generará miles de empleos directos e indirectos, especialmente en regiones con astilleros como Galicia y Andalucía.
Los programas de I+D asociados a estos proyectos permitirán a España mantenerse a la vanguardia en tecnologías de propulsión, armamento y sistemas de defensa electrónica. Además, fomentarán la colaboración con empresas tecnológicas y universidades para desarrollar soluciones innovadoras.
Aunque el plan es ambicioso, también plantea interrogantes sobre su viabilidad.
La financiación de estos programas requerirá un aumento significativo en el presupuesto de defensa, lo que podría generar debates políticos y sociales.
Cumplir con los plazos previstos dependerá de la eficiencia en los procesos de contratación y construcción, así como de la estabilidad económica y política.
La evolución rápida de las amenazas navales, como los misiles hipersónicos y los drones submarinos, exigirá que estos buques sean diseñados con capacidad de adaptación a nuevas tecnologías.
El plan de la Armada española para la próxima década representa un paso crucial hacia la consolidación de España como una potencia naval de referencia. La diversificación de sus programas, su enfoque en la modernización y la adquisición de nuevas capacidades subrayan la relevancia de este proyecto. La próxima década será decisiva para determinar si estos ambiciosos planes se convierten en una realidad tangible para la defensa y la proyección de España en el escenario internacional.