La psicóloga Lara Ferreiro explica que esta acción, aunque común, está estrechamente vinculada a la incomodidad y la ansiedad en las interacciones sociales. En una entrevista con 20 minutos, Ferreiro señala que muchas personas tienen dificultades para mantener el contacto visual, especialmente en situaciones de alto estrés emocional o al interactuar con desconocidos. Este comportamiento puede ser una estrategia para reducir la ansiedad y evitar la incomodidad que genera la interacción.
Además, la especialista menciona que el desvío de la mirada puede asociarse con percepciones de falta de sinceridad o culpabilidad. “Dicen que los ojos son el espejo del alma, y muchas personas son capaces de detectar todo un mundo interior en otras solo con observar su mirada”, comenta Ferreiro, enfatizando que este fenómeno es más evidente cuando se abordan temas personales o incómodos.
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El desvío de la mirada puede ser un reflejo de la incomodidad que siente una persona en una conversación. Según Ferreiro, este comportamiento es más común en interacciones con desconocidos o en situaciones que generan estrés emocional. Al evitar el contacto visual, las personas intentan reducir su ansiedad y sentirse más cómodas en la conversación.
Las normas culturales también juegan un papel crucial en la interpretación del contacto visual. En la cultura asiática, por ejemplo, sostener la mirada puede considerarse un acto irrespetuoso o agresivo. En contraste, en muchas culturas occidentales, la falta de contacto visual se asocia con inseguridad o desinterés. Esta variabilidad cultural resalta la complejidad del contacto visual y su interpretación en diferentes contextos sociales.
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La psicóloga también menciona que mirar hacia un lado puede estar relacionado con el acceso a diferentes sistemas de memoria. Según algunos psicólogos, mirar hacia la izquierda puede asociarse con el recuerdo de eventos pasados, mientras que mirar hacia la derecha puede estar vinculado a la construcción de nuevas ideas. Este fenómeno sugiere que el desvío de la mirada no solo tiene implicaciones emocionales, sino que también puede relacionarse con procesos cognitivos.
En resumen, no poder sostener la mirada durante una conversación puede ser un indicador de incomodidad, ansiedad o incluso de la cultura de la persona. La interpretación de este comportamiento varía según el contexto y la situación, lo que hace que el contacto visual sea un aspecto fascinante de la comunicación humana.
