Se acaba el año 2024 y es difícil elegir una noticia que haya destacado sobre las demás. Unas tras otras se han ido acumulando, siendo la siguiente más grave que la anterior, hasta convertir en habitual lo anormal en una sociedad democrática.
El denominador común ha sido el frentismo. La estrategia de polarización puede que le vaya bien a Pedro Sánchez, pero le va mal al país. La gobernabilidad hace aguas cada vez que los independentistas sacan la libreta y el bolígrafo y concesiones, como el cupo catalán, ponen en riesgo el Estado de Bienestar en todo el país.
Bildu, que ya había pactado en 2023 el gobierno de Navarra con el PSOE, ha demostrado que tiene una de las llaves de la gobernabilidad en el Congreso de los Diputados, Puigdemont es el propietario del otro juego de llaves.
Huido de la Justicia, regresó y se volvió a fugar, mofándose de las autoridades españolas. Desde Waterloo saquea las arcas del Estado y decide cada día si habrá elecciones anticipadas o no.
Las instituciones judiciales están sufriendo una campaña de desprestigio desde que son el objetivo que batir de Sánchez. Los procedimientos en los que se investiga al círculo político y familiar más próximo del presidente del gobierno han sido el detonante.
El caso Koldo, la investigación a Begoña Gómez, el proceso al fiscal general del Estado o a David Sánchez, hermano del líder socialista, hubiesen significado la caída de cualquier gobierno europeo, máxime si se encuentra en una minoría asfixiante, pero la respuesta desde la Moncloa ha sido desacreditar e insultar a los jueces.
Por su parte, los problemas de los ciudadanos están en un segundo lugar. La muerte de más de doscientas personas con la Dana en Valencia ha conmovido a la sociedad española, volcándose cientos de voluntarios en ayudar a los damnificados. Las instituciones han sido utilizadas partidistamente para dañar al adversario. se daban empujones para evitar su responsabilidad y echar la culpa al otro.
En lo económico, el gobierno se aferra a los datos macro de la economía, pero las sensaciones conducen las expectativas y percepciones de los ciudadanos y, en este momento, nadie duda de que la capacidad adquisitiva de los españoles está resentida y que los altos precios de la vivienda hacen que tener un techo en el que vivir se haya convertido en un problema de primer orden.
El año 2025 no parece que vaya a empezar mejor, los bloques políticos están armados con la caja de munición repleta. Lo mejor sería repartir baraja nueva.