Impactar a la primera es un arte, un signo de categoría.
Sotil fue de esos jugadores que demostró que eso de la “adaptación” era una de las milongas del fútbol, la coartada perfecta para ganar tiempo y, de paso, agenciarse el derecho a eternizar la sosería (ojo, que hay casos). Apenas atarse las botas lució en el Barça, como también lucieron enseguida
Cruyff,
Schuster,
Stoichkov,
Romario,
Ronaldo,
Rivaldo,
Ronaldinho o
Messi, a quien con 13 años le bastaron 5 minutos de césped para que
Rexach inventara el contrato-servilleta. Con el ‘
Cholo’ funcionaba el efecto flechazo. Era llegar y triunfar.
Minguella y
Michels fueron a Lima a fichar a
Cubillas y quien les conquistó fue “ese pequeño, ‘el 10’ del Municipal”. Más impacto súbito: Perú llamó de urgencia a
Sotil para que jugara la final de la Copa América y el ‘
Cholo’ se presentó ‘de extranjis’ en Caracas, goleó y “campeonó” (otra vez, ‘mamita’). Algunos disfrutamos de su juego cuando más se disfruta, en la niñez, la etapa de la vida en la que los ídolos tienen algún sentido. Era aquel un fútbol en blanco y negro que se soñaba en color. Luego, su progresión en la Liga la fastidió la burocracia, como tantas otras veces pasa en otros ámbitos, y eso no es una milonga.
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