Decía Benjamin Franklin que en la vida sólo hay dos certezas: la muerte y los impuestos. Y a la vista de las nuevas subidas de impuestos que ha preparado el PSOE para 2025, parece claro que esta máxima sigue más vigente que nunca. A la postre, y pese a las subidas acumuladas en años anteriores, el Gobierno se prepara para estrenar una nueva ronda de incrementos tributarios que afectarán desde la cesta de la compra hasta el ahorro de los contribuyentes.
De entrada, destaca el aumento del IVA para los alimentos básicos —como pan, leche, frutas y huevos— desde el 2% hasta el 4%. Esta reversión de la rebaja aprobada años atrás para mitigar la inflación añade presión sobre los hogares, que volverán a pagar más en sus compras diarias. A su vez, el aceite de semillas y la pasta regresarán al tipo del 10%, frente al 7,5% que disfrutaban hasta ahora.
Algo similar ocurre con la electricidad, que pasará a soportar un IVA del 21%. Conviene recordar que este impuesto se aplica sobre el recargo del impuesto especial a la electricidad, lo que supone pagar impuestos sobre los impuestos. Dado que la rebaja de este impuesto especial a la electricidad ya fue revertida este año, a partir de 2025, muchos hogares que venían pagando 5,5 céntimos de impuestos por cada euro consumido de electricidad pasarán a pagar 27 céntimos por cada euro consumido.
Pero las subidas impositivas no terminan ahí: también desaparecen las deducciones del IRPF para obras de eficiencia energética o para la compra de vehículos eléctricos, se eleva el tipo marginal máximo (del 28% al 30%) para la base imponible del ahorro, se extiende el impuesto especial sobre el tabaco a los cigarrillos electrónicos y las bolsas de nicotina y, por último, la “tasa de basuras”, cuya recaudación era hasta ahora optativa para los ayuntamientos, se volverá obligatoria para todos los municipios de más de 5.000 habitantes (con un coste estimado de 200 euros por hogar).
La voracidad fiscal de nuestro gobierno es insaciable: cada año se acumulan nuevas subidas que merman la renta disponible de las familias y de las empresas. Frente a esta gula recaudatoria desmedida no puede existir otro freno que el hartazgo ciudadano: a saber, que los españoles les exijan a nuestros gobernantes que cesen en su extractivismo tributario. De momento, empero, año nuevo, rejonazos fiscales nuevos.
