Desde la fundación de la Unión Europea, entonces Comunidad Económica Europea, el centro de gravedad geográfico ha girado hacia el Este a medida que se han ido produciendo sucesivas ampliaciones. Cuando el club comunitario estaba tan solo formado por seis países, el pueblo francés Kleimaischeid, de nombre alemán, era el centro de gravedad. Después, en 2007, tras la entrada de Dinamarca, Irlanda, Reino Unido, Grecia, España y Portugal, las coordenadas geográficas se desplazaron a la localidad alemana de Gelnhausen. Tras la primera amputación del club con el divorcio británico y la entrada de Croacia en 2013, ahora el centro de gravedad está situado en la localidad de Gadheim, al norte de Baviera. Las próximas ampliaciones a los Balcanes Occidentales pueden hacer que este eje se desplace.
Porque no solo hablamos de geografía sino de influencia política. Porque el lugar es también el mensaje. Con el eje franco alemán en horas bajas y la continuidad del apoyo a Ucrania en entredicho, muchos miran ahora a Polonia tras la vuelta al poder del europeísta Donald Tusk. La incertidumbre planea sobre Alemania tras la convocatoria de elecciones anticipadas para el 23 de febrero. A la inestabilidad política se le une la económica, ya que la tradicional locomotora alemana muestra cifras de crecimiento muy bajas. Los raquíticos niveles de inversión en ciertos sectores, el fin de la energía barata proveniente de Rusia y los tambores de guerra comercial que amenazan sus exportaciones hacen que los fundamentos en los que ha basado su modelo económico en las últimas décadas se estén tambaleando. En Francia, la situación no es mucho mejor. Emmanuel Macron vive momentos de baja popularidad y la caída del Gobierno de Michel Barnier demuestra el colapso en el que se encuentra el país. Al igual que en Alemania, los problemas económicos son también graves debido a un déficit desbocado.
Aunque Macron ha intentado paliar su debilidad interna con el protagonismo en la esfera internacional, de momento los resultados están siendo limitados. El propio presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, ha demostrado su escepticismo ante la idea francesa de establecer una fuerza de paz con efectivos internacionales para garantizar un eventual alto el fuego y desconfía de que los europeos puedan garantizar la seguridad de Ucrania en solitario y sin el apoyo de Estados Unidos.
Mientras, los países del Este rechazan comenzar a debatir la posguerra en Ucrania. Creen que hay que centrarse en seguir armando a Kyiv para que gane la contienda. Todo indica que Polonia, el país que más dinero destina en Defensa de todos los aliados de la OTAN (4,12% del PIB) por encima de Estonia (3,43%) y EE UU (3,38%) puede convertirse en el líder natural de estos países y espolear el debate de la Defensa europea que marcará el segundo mandato de Ursula von der Leyen al frente del Ejecutivo comunitario. Polonia se ha convertido en una pieza imprescindible para el apoyo a Ucrania, ya que es el centro logístico para la transferencia de equipos militares y es uno de los países que ha acogido a más refugiados ucranianos.
Este próximo 2025 estará marcado por dos Donald a los dos lados del Atlántico. Donald Trump contra Donald Tusk. Polonia cogerá el testigo de la presidencia húngara el próximo 1 de enero y será el país que pilote las negociaciones en el Consejo de la Unión Europea durante los próximos seis meses.
Aunque las presidencias rotatorias han perdido mucho poder desde que se estableció una presidencia permanente, todo indica que Tusk puede convertirse en el gran antagonista de Trump en sus primeros meses en la Casa Blanca y que la vuelta del magnate al Despacho Oval –quien ha asegurado que quiere terminar con la guerra de Ucrania en 24 horas– puede influir también en los equilibrios de poder europeos.
Donald Tusk era precisamente el presidente del Consejo Europeo durante el primer mandato de Trump y ya se produjeron importantes tensiones. En una carta dirigida a los socios europeos en el año 2017, Tusk equiparó a Trump con otras amenazas como el Brexit. «No importa si las elecciones presidenciales de Estados Unidos las gana la demócrata Kamala Harris o su rival republicano, Donald Trump, la era en la que los países europeos subcontrataban su seguridad a Estados Unidos ha llegado a su fin», aseguró el líder polaco poco antes de las elecciones estadounidenses del mes de noviembre. En los últimos años, París ha sido la capital europea que ha defendido de manera más contundente la necesidad de una soberanía estratégica europea en todos los dominios, incluida la Defensa. Con Francia en declive, Polonia puede convertirse en el pepito grillo europeo.