El lenguaje se encarga de todo. Lo que se descubrió este diciembre es una presunta red de prostitución en el Congreso. Jorge Torres, exjefe de la Oficina Legal del Congreso, es el supuesto organizador y administrador de la presunta red. Se supone que Torres tiene lazos con el vocero presidencial Fredy Hinojosa, que tendría un dedo metido en las latas podridas de Qali Warma.
A su vez la muerte de Nilo Burga, el zar de esas latas malogradas, es un presunto suicidio, aunque no lo parece. Hay una potencial situación paralela con el asesinato de Andrea Vidal, abogada del Congreso. Ninguno de los dos ya podrá denunciar a nadie, dos mafias presuntamente paralelas podrán dormir tranquilas por un tiempo.
De modo que tenemos asesinatos, robos de instrumentos probatorios, versiones periodísticas polivalentes y confundidoras, silencios policiales, abogados loros diciendo lo que es y lo que no es, ninguna seguridad sobre lo sucedido y 100% sospechas. En medio de todo esto, el presidente del Congreso no quiere renunciar, sino quedarse unos mesecitos más.
Es sobre todo el lenguaje el que ha alargado y confundido los trámites en los escándalos del 2024. Comenzando por quienes sorprendidos en un acto censurable dijeron una cosa y luego dijeron otra. Hay una plaga de lenguaje público como vehículo de la mentira. La verdad es supuesta, hipotética o teórica, apenas se demuestre su existencia para el caso.
Con el lenguaje descompuesto como una lata de Qali Warma, ¿cómo nos informamos sobre el delito? Simplemente no nos informamos, y nos limitamos a manipular versiones. Los acusados lo niegan todo, los acusadores lo relativizan todo, el sistema judicial lo pasa todo para mucho más adelante. Así, la verdad existe sobre todo como un cansancio.
Con el lenguaje político y legal perforado por todas partes, las posibilidades de un mejor elenco de gobierno para el 2026 son bastante reducidas. El discurso del candidato termina debilitándose en sí mismo; no por la calidad del que habla, sino por el contexto en el que los candidatos van a hablar. Liquidados los caviares, quedará liquidado el lenguaje.
Así, la comunicación va a terminar siendo el robo más reciente de los hampones que manejan el Perú en estos últimos años. También el robo más importante, pues con el lenguaje se va también la verdad pública.
