El público vienés, casi toda la crítica y casi todas las orquestas del centro de Europa bailaron durante el siglo XIX al compás (ternario, por supuesto) de dos compositores que recibieron los apelativos de «Mozart del vals» y «rey del vals». El primero era Johann Strauss padre, que con 23 años fundó la orquesta que llevaba su propio nombre con el objetivo de tener a mano un grupo digno para interpretar su música con los matices y el ritmo exacto con el que él la concebía. El segundo fue su hijo, que nació en 1825 y creció en una casa en la que los músicos de la orquesta pasaban el día ensayando valses, marchas, polkas y alguna que otra obertura de óperas célebres. El rey del vals, Johann Strauss II, cumple doscientos años este 2025 y la Filarmónica de Viena, en su concierto de Año Nuevo, nos va a recordar su figura y la enorme talla de su estirpe y sus amigos más cercanos. Pero hagamos un alto. ¿Cómo que 'casi' toda la crítica y 'casi' todas las orquestas? ¿Acaso algún desalmado pudo ser capaz de resistirse a los encantos de su pum-chin-chin? Pues sí. El crítico más célebre del momento, Eduard Hanslick, frunció el ceño tras algunos de los estrenos de las obras populacheras de Strauss hijo. Lo que es peor: la mismísima Filarmónica de Viena, que hoy venera a sus más bailongos compatriotas, se negó durante años a interpretar sus obras. No dieron su brazo a torcer hasta que compositores del nivel de Wagner, Liszt y Brahms les insistieron en que hiciesen el favor de librarse de la cerrazón mental y repasasen con atención las partituras de los Strauss. Ahí había mucho ritmo y mucho pueblo, sí, pero también muchísima música de enorme calidad. Ante tanta insistencia y tras varias sesiones de trabajo con Strauss hijo, los maestros de la Filarmónica accedieron a interpretar las obras que hoy en día son seña de identidad de la orquesta y, dicho sea de paso, fuente de pingües ingresos para la formación. Ay, los prejuicios... El caso es que llegamos a 2025 con el Concierto de Año Nuevo más que consolidado desde que Joseph Goebbels , la mano derecha de Hitler, viera en este evento una excelente manera de financiar al Ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial y, de paso, dar a conocer al mundo la grandeza de la cultura aria. En esta ocasión, al frente de la orquesta volveremos a tener al maestro italiano Riccardo Muti , uno de los mejores directores del mundo, que además lleva medio siglo colaborando con el conjunto vienés. Ha dirigido el Concierto de Año Nuevo en seis ocasiones. Ahora, Muti propone una generosa selección de piezas de Strauss hijo, acompañadas por obras del padre y otros miembros de la estirpe, a las que añade dos curiosidades. Una es una marcha extraída de la opereta 'Das Veilchenmädchen' de Josef Hellmesberger hijo. Este compositor empezó estudiando violín y da la casualidad de que debutó en público en el mismo concierto en el que Strauss estrenaba 'El Danubio azul'. El talento del niño prodigio estuvo a punto de eclipsar al más célebre de todos los valses que escribió el rey. La otra perla es una composición de Constanze Geiger. Su 'Ferdinandus- Walzer' (original para piano, orquestado por W. Dörner) será la primera pieza escrita por una mujer que va a poder escucharse en la historia del Concierto de Año Nuevo. Hasta ahora no se había encontrado a ninguna compositora digna de alegrarnos la mañana del uno de enero. Ay, los prejuicios... Con todo, la presencia de Geiger en el programa se debe más a su amistad con Strauss hijo que a su notabilidad como compositora. Colgó los pentagramas tras casarse con el príncipe Leopoldo de Sajonia-Coburgo y Gotha en 1862 y no volvió a escribir un solo compás hasta su muerte, por lo que su producción es limitada. Puestos a reivindicar mujeres compositoras de valses, ahí está Clara Schumann, por citar solamente una con un catálogo bastante más enjundioso. Si alguien en Viena necesita ideas, puede recurrir al mapa de mujeres compositoras de todas las épocas y paises que con tan buen tino colgó en internet la musicóloga Sakira Ventura. De hecho, hay un buen puñado de compositoras españolas de entre los siglos XIX y XX con una producción más extensa y más interesante que la de Geiger: Paquita Madriguera, Lluïsa Casagemas, Emiliana de Zubeldía, Eugenia Osterberger, Narcisa Freixas y María Rodrigo, por citar solamente unas cuantas al azar. El resto del programa incluirá obras de Strauss padre, sus hijos Johann y Josef, así como de Eduard. Antes de ofrecer como propina la 'Marcha Radetzky' y 'El Danubio azul', Muti reivindicará la figura de Strauss II con 'Wein, Weib und Gesang', un vals en el que el compositor demostró más que en ninguno su talento con la orquestación: así nos invita a explorar su producción con ojos que vean más allá de lo que de él escuchamos los días 1 de enero. Al finalizar el concierto se anunciará, como es tradición, quién es el hombre que estará al frente de la Filarmónica de Viena el 1 de enero de 2026: la mítica orquesta todavía no ha encontrado una batuta femenina digna de dirigirla en tan digno concierto. Ay, los prejuicios... De hecho, hasta 1997 no permitió que las mujeres se presentaran a las pruebas para acceder a la titularidad de una plaza en la orquesta. Hubo que esperar a 2003 para ver en el escenario a un músico que no fuera de raza blanca. Salvo sorpresa mayúscula, habrá que seguir esperando a que el recelo hacia las directoras acabe cayendo también. Marin Alsop sigue calentando banquillo y, para el que quiera un atisbo de esperanza, cabe mencionar que en este 2024 hemos visto, por primera vez en los ciento ochenta años de historia que acumula la formación, a una mujer al frente de uno de los conciertos de abono de la Filarmónica de Viena. Mirga Gražinyte-Tyla ha tenido el honor de romper ese techo que no era de cristal sino de, una vez más, prejuicios.