El caso ruso, sobrela caída de la natalidad, es un caso dramático: el desplome de la natalidad viene de lejos, pero se ha acelerado con el COVID y la guerra en Ucrania. El Kremlin ha intensificado su política de rearme ideológico y lucha contra la disidencia. Lo previsible es que las medidas resulten contraproducentes, al hacer más irrespirable el clima social y político.