En las fiestas de fin de año aumenta el número de niños quemados. Eso lo sabe Marga Callupe, médico asistente del Servicio de Cirugía del Instituto Nacional de Salud del Niño (INSN) de Breña, quien lleva 25 años trabajando en la unidad de quemados de ese centro, el cual atiende una gran cantidad de pacientes con lesiones de diferente magnitud, a veces hasta el 80% del cuerpo afectado.
Los casos críticos son los niños con gran porcentaje de piel dañada. Uno de ellos es Sergio, quien sufrió quemaduras en el 65% del cuerpo tras la deflagración de gas en Villa El Salvador en el 2020. Pero gracias al uso de piel humana y la técnica del mallado meek (multiplicación del tamaño de piel) pudo mejorar. Hoy, con 15 años, se recupera de otra clase de heridas: la pérdida de su madre y hermanos en aquella tragedia.
La doctora Callupe exhorta a la población a evitar el uso de pirotécnicos en estas fiestas, porque hay niños que lamentablemente sufren quemaduras o pierden extremidades y llama “irresponsables” a quienes venden pirotécnicos a menores de edad.
Explica que hay niños que han necesitado de asistencia psicológica. Algunos incluso han pensado en el suicidio por las marcas que llevan.
“Un adolescente de 15 años puede valorar la pérdida de la vista o audición, hace unos años atendimos a un niño que manipuló un artefacto pirotécnico y perdió un ojo. Lo curamos y salió del hospital, pero no logró manejar la pérdida de la vista. Los adolecentes valoran su imagen, si no tienen buen soporte familiar y psicológico toman medidas extremas”, advierte.
350 niños quemados
En tanto, Ruth Rojas, directora médica del INSN de San Borja, señala que este año han atendido 350 casos de niños quemados. Refiere que estos casos demandan meses de recuperación y hasta años de rehabilitación. Uno de estos casos es el de Milán (8), quien perdió la mano derecha por coger una ‘mama rata’.Ingresó al hospital a fines de noviembre y
fue dado de alta el 24 de diciembre. Le tuvieron que colocar injertos de piel y hacer una cirugía para evitar que los huesos queden expuestos.
Y queda pendiente una visita de control y establecer el trabajo en la parte ambulatoria. Su rehabilitación y su atención psicológica también tomará tiempo para su normal desenvolvimiento.
Un caso parecido al de Milán fue atendido en Ayacucho y derivado a Lima. Se trata de un niño que perdió 9 dedos y la visión de un ojo tras manipular una ‘mama rata’.
La doctora Rojas explica que una explosión de este tipo destruye los tejidos. “No es posible el injerto de dedos perdidos”. Por ello exhorta a la población tomar conciencia y no permitir que los niños manipulen pirotécnicos.