La crisis en la que nos encontramos ha penetrado todos los niveles y ámbitos; es tanto institucional como personal; es una crisis estatal pero también de la empresa privada. La extensión y penetración de la podredumbre dificultan trazar una ruta de salida. Por ejemplo, pese a tener la economía en su peor momento desde los años noventa, la Comisión Permanente del Congreso pretende aprobar hoy, 27 de diciembre, una dádiva tributaria de 20,000 millones de soles para las grandes agroexportadoras, en desmedro de la recaudación pública y por tanto de todos los peruanos. Esto, como resultado de lobbies descarados con viajecito para congresistas incluido.
Las muertes relacionadas a la política enrarecen aún más el frívolo ambiente que caracteriza este régimen que se sostiene sobre lobbies y chanchullos. Ha sido hallado muerto el expresidente de directorio de la empresa Frigoinca, proveedor que ingresa a trabajar al Midis de la mano del actual vocero presidencial, Freddy Hinojosa; y hace unas semanas acribillaron a Andrea Vidal, abogada vinculada a un poderoso simpatizante del partido Alianza para el Progreso (APP) acusado de ejercer el proxenetismo dentro del Parlamento. Estas tramas macabras se encuentran en investigación aún, pero ambas están vinculadas al pacto de gobierno, que es el subsuelo de la política.
Pese a esto, es necesario promover más participación, más voz y más acción desde la ciudadanía. Existen varias iniciativas que promueven el diálogo y la educación ciudadana, pero todas ellas se encuentran alejadas del Perú que exige a gritos ser escuchado. ¿Es posible, por ejemplo, promover un diálogo sin invitar a la mesa a representantes de la mayoría que eligió a Pedro Castillo en las últimas elecciones?, ¿es realmente transformador ignorar en el diálogo a quienes cuestionan el funcionamiento de una pseudodemocracia que mantiene a una enorme proporción de la población en pobreza? Tal vez debemos partir por movernos hacia espacios donde sean realmente bienvenidos todos.
