El salario mínimo es uno de los temas más relevantes en Colombia, ya que afecta directamente la economía de millones de trabajadores y las decisiones de los sectores empresariales. Con el reciente anuncio del incremento para 2025, se renueva el debate sobre cómo equilibrar las necesidades de los empleados con las limitaciones del sector productivo.
Este aumento no solo influye en los ingresos de las familias colombianas, sino que también posiciona al país dentro del contexto regional, donde las diferencias salariales evidencian las disparidades en el desarrollo económico y social entre las naciones de América Latina. Aquí te dejamos todos los detalles.
El Gobierno colombiano, liderado por el presidente Gustavo Petro, anunció el aumento del salario mínimo para 2025, fijándolo en $1.423.000 pesos mensuales, con un auxilio de transporte que eleva la cifra total a $1.623.500. Este ajuste del 9,54 %, equivalente a $123.500, busca aliviar el impacto de la inflación y los altos costos de vida que enfrentan los trabajadores. Este incremento se convierte en un tema crucial para las familias, marcando la capacidad adquisitiva y el costo de vida en el país.
Colombia ocupa el sexto lugar entre los países de América Latina con los salarios mínimos más bajos, aunque supera a economías como la de Perú, donde el salario mínimo es de US$270. Sin embargo, queda lejos de las cifras observadas en países como Uruguay (US$556).
En América Latina, el salario mínimo 2025 posiciona a Colombia por debajo de varios países con economías más fuertes. Según datos comparativos, los países con los salarios mínimos más altos son:
Colombia, con un salario de aproximadamente US$370, ocupa el sexto lugar en la lista de los más bajos, aunque se encuentra por encima de Perú, donde el ingreso mínimo equivale a US$270. Esta diferencia refleja las disparidades en el desarrollo económico y las políticas laborales de cada país.
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La discusión sobre el salario mínimo en Colombia para 2025 enfrentó posturas opuestas entre empresarios y trabajadores. Mientras las centrales obreras proponían un aumento del 12 %, el sector empresarial abogaba por incrementos más moderados, entre el 5,2 % y el 6,83 %, argumentando que alzas mayores podrían afectar la competitividad y generar presiones inflacionarias.
El incremento del salario mínimo también tiene un efecto directo en los precios de bienes y servicios básicos. Según proyecciones económicas, productos de la canasta básica y servicios de transporte podrían registrar aumentos significativos, lo que representa un desafío adicional para las familias colombianas. Este fenómeno es un tema recurrente en economías como la colombiana, donde los ajustes salariales generan reacciones en cadena en el mercado.