Con
LeBron James casi preparando para celebrar, listo el titular de su victoria contra su compañero pero archienemigo generacional
Stephen Curry que tanto le ha quitado pues los Lakers andaban 107-111 arriba con 22 segundos por jugar, Curry ejerció de ese incordio que siempre acababa cuestionando y frustrando a
The King una vez tras otra, destinado a ello desde el momento en el que nacieron en el mismo hospital. El ’30’ clavaba un triple ante sus narices, arrinconado y desequilibrado a continuación (110-111) y el inmisericorde tirador de los Warriors empataba a falta de 6 segundos (113-113) tras tiempo muerto en una de esas jugadas en la que todo el mundo saber que va a pasar pero es inevitable. La lógica era que LeBron,
31 puntos por los 38 de su coetáneo, tuviera la última palabra pero no fue él sino
Austin Reaves, tan corriente en apariencia, el que se entrometiera en el asunto y empaquetara el triunfo rumbo a
Los Ángeles por Navidad (113-115).
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