Un toque de queda ha sido impuesto en el centro y el oeste de Siria tras una serie de violentos enfrentamientos que han dejado un saldo trágico de muertos.
Al menos nueve personas murieron el miércoles 24 tras los enfrentamientos en la provincia siria de Tartus, después de que las fuerzas de seguridad trataran de arrestar a un oficial del derrocado presidente Bashar Al Asad vinculado con una cárcel, informó una ONG.
"Seis miembros de la fuerza de seguridad general" de las nuevas autoridades sirias murieron en Khirbet al Maaza, así como "tres hombres armados", después de que las fuerzas de seguridad trataran de arrestar a un oficial que figuraba entre los responsables "de los crímenes de la cárcel de Saydnaya", indicó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
Las autoridades han decidido implementar esta medida en un intento por controlar la escalada de violencia que ha sacudido varias ciudades del país. Los choques han estallado entre diferentes facciones, lo que ha llevado a un aumento en la tensión social y política en la región.
Los informes indican que los enfrentamientos han resultado en múltiples víctimas, lo que ha generado un clima de miedo y desesperación entre los ciudadanos. La comunidad internacional observa con preocupación la situación, mientras se intensifican los llamados a la paz y la estabilidad en Siria.
Desde el inicio del conflicto en 2011, Siria ha sido escenario de una guerra civil devastadora que ha dejado cientos de miles de muertos y millones de desplazados. La lucha por el poder entre el gobierno y diversas facciones rebeldes ha llevado a un colapso en la seguridad y la infraestructura del país.
En los últimos meses, la violencia ha resurgido en varias regiones, especialmente en el centro y el oeste, donde las tensiones entre grupos rivales han alcanzado niveles alarmantes. La implementación del toque de queda busca frenar esta ola de violencia, aunque muchos se preguntan si será suficiente para restaurar la paz.
