Diana Van Patten Rivera es la mayor de tres hermanos. Es muy cercana a su familia, a pesar de que tuvo que “volar” literalmente del hogar para continuar estudios de posgrado en Economía, una carrera que eligió por su combinación de matemáticas y la posibilidad de realizar investigaciones. Una de sus pasiones siempre ha sido la lectura.
Con un apellido poco común, su linaje proviene de Países Bajos desde hace muchas generaciones. Nació hace 33 años en Tibás, lugar de origen también de sus padres. Este entorno fomentó una fuerte conexión con sus abuelos, a quienes recuerda con gran emotividad. Estudió en la Escuela Saint Joseph y en el Colegio Saint Anthony, ambos en Moravia; en este último obtuvo una beca.
“Siempre hemos sido una familia muy unida y cercana. Crecí viendo a mis abuelitos todas las semanas”, asegura. Por eso, considera que la decisión de estudiar un doctorado en Economía en el extranjero fue un verdadero desafío.
Desde pequeña tenía claro que quería estudiar en la Universidad de Costa Rica (UCR). Según cuenta, sus padres, Randall y Julia, se conocieron en el bus de esa institución. Ambos se graduaron como ingenieros civiles, al igual que su abuelo materno, Edison Rivera Castaing, uno de los primeros ingenieros civiles graduados en el país. “Desde chiquitita sabía que iba a estudiar en la UCR; no sabía qué, pero tenía que ser ahí”.
Aunque no tenía clara su decisión profesional, recuerda que desde niña mostró inclinación por la economía, incluso sin identificarlo en ese momento, como cuando reclamó los efectos de la inflación en el dinero que recibía.
“Cuando tenía como 10 años, le dije a mi mamá: ‘Hace cinco años me dan la misma cantidad de plata por mi cumpleaños, pero todo es más caro. Creo que deberían ajustarnos un poco cada año’ (risas). En el fondo, era el concepto de inflación”, comenta. Su observación fue escuchada, y sus padres hicieron ajustes anuales hasta que decidieron establecer un límite. Además, disfrutaba jugar con monedas, más como un pasatiempo de colección que para gastarlas. Decidir por Economía no fue fácil
La decisión de estudiar Economía no fue sencilla. Aunque le gustaban las matemáticas, también le apasionaban la lectura y los temas sociales. Consideró estudiar Derecho, pero lamentaba no usar los números. Para tomar una decisión, hizo una lista de carreras en la UCR y descartó aquellas que se enfocaban únicamente en números o letras. Al final, Economía resultó ser su elección, pues combinaba ambas disciplinas y ofrecía múltiples opciones de aplicación profesional.
En el tercer año de la carrera, aplicó a un programa del Banco Central de Costa Rica (BCCR) dirigido a estudiantes para apoyarles en estudios de doctorado, lo que incluía un contrato como asistente de investigación. Fue seleccionada, lo que le permitió descubrir su faceta como investigadora. “Tuve la primera probadita de producir conocimiento. Una vez que uno encuentra lo que le gusta, ayuda a que le entremos con todo y nos esforcemos en conseguirlo”.
“Yo no sabía que era un doctorado, pero siendo estudiante que el Banco Central me contratara como asistente de investigación sonaba atractivo, hice el éxamen y fui seleccionada", añade.
Recuerda con agradecimiento a docentes como Edgar Robles y Pedro Méndez, así como a funcionarios del BCCR, entre ellos Eduardo Lizano, Róger Madrigal y Evelyn Muñoz; y y al economista Alberto Trejos, quienes la apoyaron en su camino hacia el doctorado siendo recién graduada, era 2013.
Decidió estudiar en la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA), recordando las recomendaciones de su abuelo Edison, quien enfrentó duros inviernos durante sus estudios en el norte de Estados Unidos y porque ahí se graduó la economista Laura Alfaro, de quien refiere es la primera mujer costarricense en graduarse como doctora en Economía.
La alegría de ir tras la meta la conjugó con el pesar de dejar a la familia. Tenía 23 años. “Nunca había un día de estar fuera de mi casa, fue un momento duro para mi y mis papás, pero me apoyaron".
El doctorado duró seis años. Inicialmente, su meta era regresar a Costa Rica, pero sus directores de tesis le sugirieron construir una carrera en Estados Unidos. Poco antes de graduarse en 2020, recibió una oferta de empleo de la Universidad de Yale, una oportunidad que no podía rechazar. Sin embargo, antes de iniciar, realizó un posdoctorado en Princeton, lo que le permitió ampliar sus vínculos y publicaciones académicas.
“Mucha gente quizás no sabe que es Yale, mi papá la tenía de referencia porque era la universidad donde Carlton, el primo del Príncipe del Rap (programa televisivo de los noventa), quería entrar. Es una de las universidades del top 5 en el mundo y si a uno le ofrecen esto, es difícil decir que no, y acepté“.
Sin embargo, el inicio en Yale tuvo que esperar un año, en este período realizó un posdoctorado en Comercio Internacional en la Universidad de Princeton. “Todos los que somos aceptados en Yale entramos como profesores asistentes por un determinado tiempo y luego revisan la cantidad de publicaciones que hemos realizado y si son suficientes lo hacen profesor (de planta), usualmente se estudia un año de posdoctorado para lograr más publicaciones y ampliar vínculos con especialistas en investigación".
Actualmente, está en su cuarto año como profesora asistente en Yale. Ahora con familia, se casó hace dos años con el mexicano David Argente, también profesor, y disfrutan de ser padres de una niña de cuatro meses. “Espero que mi historia sea un ejemplo para ella y ojalá inspire a otras costarrricenses a no ponerse límites y alcanzar sus metas”. Es católica practicante.
En Yale, el período de profesor asistente es de unos seis años, explica, período durante el cual debe realizar publicaciones de investigación como parte de los requisitos para optar por una cátedra; el proceso se conoce como tenure track. En octubre pasado, Van Patten recibió un premio para economistas menores de 37 años parte de un instituto alemán en reconocimiento a una investigación sobre comercio internacional.
Durante esta entrevista Van Patten se encontraba en Costa Rica por el matrimonio de Andrea, su hermana. Dice que viaja al país, al menos dos veces al año, en una de ellas para desarrollar el curso Experiencia Internacional Costa Rica que ella propuso a Yale, en donde viaja con 25 estudiantes por dos semanas para explicar el desempeño del país en materia de comercio exterior con énfasis de atracción de inversiones, sostenibilidad y el uso de energías renovables.
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Con el curso, vigente desde 2021, los estudiantes obtienen créditos académicos en sus carreras. “No existía, yo lo diseño, pude haber escogido otro país, pero tiene más valor hacerlo con Costa Rica”.
Van Patten practicó el deporte de la arquería como pasatiempo, por influencia de la familia materna, recuerda que su abuelo clasificó para competir en los juegos olimpicos y sus tíos lo practican. Por falta de tiempo, dice que lo ha descontinuado.
Ahora disfruta creando scrapbooks familiares (álbumes de fotos mezclados con recortes, figuras y adhesivos).
Su apellido es originario de Holanda. Señala que viene de muchas generaciones. “Creo que fue el abuelo de mi abuelo quien se trasladó a Estados Unidos para estudiar Botánica. En su interés por esta disciplina, viajó hacia el sur hasta llegar a Costa Rica, donde se casó y decidió quedarse. Sin embargo, no sé ni siquiera cómo decir hola en holandés”, comenta con humor.
Está orgullosa de su acento tico y asegura que está trabajando “fuerte” para heredarlo a su hija. “Le hablo marcando mucho la erre (risas)”.