En 1974, durante el mandato del general Juan Velasco Alvarado, el Perú estuvo al borde de ejecutar un plan militar de gran envergadura. El proyecto ultrasecreto, liderado por ingenieros nacionales, buscaba desarrollar una superarma con la que ejecutar una invasión a Chile, motivada por la recuperación de los territorios perdidos en la Guerra del Pacífico.
Este ambicioso plan, que involucró tecnología avanzada y un alto grado de ingenio, contó con la participación de Manuel Luque, hoy destacado profesor e investigador de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), tres veces galardonado por la NASA. En una reciente entrevista con La República, reveló cómo el proyecto se llevó a cabo bajo estrictas normas de confidencialidad y brindó detalles sobre su desarrollo.
El proyecto Morochucos fue una iniciativa secreta del gobierno de Juan Velasco Alvarado, llevada a cabo entre 1974 y 1975, destinada a desarrollar un Jeep militar con la capacidad para operar en las condiciones adversas del desierto de Atacama. Este vehículo, modificado a partir de un chasis de la empresa Auto Romania (ARO), tenía una ametralladora de 12 milímetros, un lanza morteros y era capaz de transportar hasta tres soldados.
“El general Velasco tenía la idea de recuperar los territorios antes perdidos en la Guerra del Pacífico. El gobierno militar tenía mucho contacto con los países detrás de la Cortina de Hierro y uno de ellos era Rumania. Por lo que tengo conocimiento, primero nos enviaron un chasís comercial de Aro y teníamos que convertirlo en una estructura que pudiera soportar como Jeep militar”, señaló el ingeniero Manuel Luque para La República.
El profesor de la UNI indicó que el presidente quería canjear harina de pescado, un producto muy preciado por los países soviéticos, por cientos de chasises para la fabricación de jeeps en serie. El proyecto se desarrolló en un hangar instalado en la antigua fábrica Moraveco, que diseñaba electrodomésticos por aquellos años.
“No podía hablar ni con mi padre ni mis hermanos ni mi madre del tema porque era confidencial. Teníamos un experto suizo que nos apoyaba, que había trabajado antes en algunos proyectos militares en Europa y logramos hacer el vehículo. No sabíamos cuando sería la fecha de la invasión. Era secreto de secreto, pero sabíamos que venía pronto, que era antes de 1979", sostuvo.
Manuel Luque recuerda que en mayo de 1975 se finalizó el prototipo del proyecto y se coordinó su lanzamiento con el ejército en el espacio que hoy es el distrito de Villa el Salvador, simulando las arenas del desierto de Atacama, de Chile. La idea era que el vehículo robusto pudiese ser lanzado en paracaídas y resista el impacto al aterrizar. Sin embargo, el jeep inicial mostró fallas estructurales tras las pruebas realizadas.
“Ese jeep quedó revirado. El gobierno militar reaccionó ‘¿qué ha pasado? ¿Cómo es posible?’ Y nosotros dijimos que lo íbamos a modificar. En esa época no había programas de computadora en los que se podía ver si antes de lanzarlo va a funcionar. Además, este era un chasis comercial que no estaba hecho para soportar. Nosotros habíamos calculado una velocidad de x metros por segundo de caída y le dijimos a las fuerzas aerotransportadas que debían poner una cantidad de paracaídas o un paracaídas para que pueda prevenir una caída más allá de 12 metros por segundo, sino esa energía se iba a convertir en una falla estructural”, detalló.
El destino del proyecto Morochucos cambió abruptamente el 28 de agosto de 1975, cuando el general Francisco Morales Bermúdez derrocó a Velasco Alvarado. Con el nuevo gobierno, las prioridades militares se transformaron y la invasión planificada a Chile fue descartada. Luque recuerda que recibió una llamada de Samuel Rancinover informando que el proyecto había sido cancelado.
El plan de Velasco también incluía el uso de tanques rusos T-55 y aviones Sukhoi-22, junto con los jeeps reforzar el ataque. Los vehículos contaban con un telémetro para calcular con precisión la posición de los objetivos, facilitando los ataques del ejército: “Se iba a tener una mira hacia los tanques chilenos, otra mira hacia el tanque peruano y por triangulación se sabía cuál era la distancia y se informaban a nuestros militares para que puedan tener el ángulo apropiado de sus cañones para poder combatir al enemigo”.
Manuel Luque es una figura destacada en el campo de la ingeniería peruana. Graduado de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) en ingeniería mecánica eléctrica, ha dedicado su vida a la investigación y enseñanza en su alma mater. Su participación en el proyecto Morochucos es solo uno de los hitos en su carrera.
Después de su experiencia en Moraveco y otros proyectos industriales, se especializó en proyectos de automatización y como docente del curso de mediciones y control automático en la Facultad de Ingeniería Mecánica Eléctrica de la UNI. Además, ha liderado equipos estudiantiles que han obtenido tres premios internacionales otorgados por la NASA.
Entre sus logros destaca la creación de un fotobiosensor que mide la frecuencia cardiaca de los astronautas, premiado en 2019, el diseño de una rueda innovadora para vehículos espaciales en 2020 y un proyecto en 2023 enfocado en apoyar a poblaciones vulnerables del país.