La Navidad siempre ha tenido, siquiera como convención sentimental, algo de tregua; cuya imagen más insuperable quizá sea la Nochebuena de 1914 en los campos de sangre de Ypres donde las tropas enemigas jugaron al fútbol y cantaron juntos 'Noche de paz', compartiendo tabaco y risas antes de volver al campo de batalla a matarse descarnadamente en la Gran Guerra. La escena define, como tantas veces, más un buen deseo que la realidad. Pero la Navidad está hecha de buenos deseos. Por eso resulta particularmente zarrapastrosa la exhibición de sectarismo de la izquierda en el Parlamento andaluz, donde se han negado a cantar un villancico con la derecha. No es más que una vieja tradición promovida por los trabajadores del...
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