Cuando pensamos en Navidad solemos asociar esta festividad cristiana con lindos momentos en familia, con paz y amor entre las personas de la comunidad y con personajes entrañables como Papá Noel, sus renos y duende mágicos.
Sin embargo, también existen criaturas que son diametralmente opuestas a esto. Lejos de transmitir amor, felicidad y buenas sensaciones, contagia terror y misterio.
Una criatura mitológica de origen europeo muestra el lado más oscuro de la Navidad. Se trata de Krampus, un monstruo cuya mitología proviene de las comunidades nórdicas y que se extendió hasta la región de los Alpes.
A diferencia de Santa Claus que le da regalos a los chicos por ser buenas personas y portarse bien, este monstruo tiene por objetivo castigar a los niños que se portaron mal.
La leyenda sobre Krampus cuenta que viajaba en compañía de San Nicolás, el obispo santo que vivió en el siglo IV y que inspiró el mito de Papá Noel. Así, mientras uno le obsequiaba regalos a los niños, el otro se encargaba de asustarlos y maltratarlos.
La tradición de esta figura espantosa viene del paganismo nórdico, donde las personas creían que una criatura del infierno (hijo de Hel) venía a juzgarlos por sus pecados durante la época invernal.
Según le leyenda, la apariencia de este ser era la siguiente: híbrido de cabra y demonio imponente. Tenía cuernos retorcidos que se curvan desde su cráneo. Poseía un lengua serpentina. Contaba con largas pezuñas hendidas.
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Con la llegada de la fe cristiana a los pueblos nórdicos y los países del centro de Europa, la leyenda se adaptó y acompañó a la historia de San Nicolás, el santo que se venera en esta época tras la reforma protestante de 1517.
Hoy en día, las personas de ciudades y aldeas de Austria, Países Bajos, Hungría, Eslovenia y Alemania aún continúan con esta tradición a través del desfile llamado Krampusnacht.
Este procesión cuenta con personas del pueblo disfrazadas de la bestia Krampus que aterrorizan a todos con sus horribles cuernos, cara de cabra, piel peluda y pezuñas demoníacas.