Situado en la provincia de Girona, el encantador pueblo de Pals es un tesoro medieval que cautiva a turistas debido a su abundante historia, una arquitectura impecable preservada y escenarios que parecen extraídos de una narración. Desde su antiguo casco hasta su amplia playa, este punto del Baix Empordà brinda una vivencia inolvidable para aquellos que desean belleza, serenidad y un recorrido por el pasado.
El viaje por Pals se inicia en la zona antigua de La Vila, donde sobresalen la Casa de la Cultura y el museo Ca la Pruna. Este inmueble histórico, cuidadosamente restaurado, actúa como entrada a un laberinto compuesto por calles adoquinadas que relatan cuentos de siglos anteriores.
Al ascender por estas rutas empedradas, se hallan vestigios de murallas, antiguas torres de vigilancia como las de Ramonet, Xinel.lo y Rom, y elementos arquitectónicos que nos transportan a una época pasada. Las garitas, aspilleras e incluso dos sepulturas con figuras humanas se fusionan de manera armoniosa con las masías del siglo XVI y XVII, numerosas de las cuales han sido restauradas. Algunas de estas construcciones actualmente funcionan como viviendas privadas, mientras que otras albergan encantadoras tiendas de recuerdos o restaurantes rústicos que deleitan con los gustos tradicionales de la región.
La plaza Major, ubicada en el núcleo del casco antiguo, es un lugar de reunión que fusiona historia y encanto. Aquí se inicia el callejón conocido, conocido por su sección revestida de un arco con balcón. Este punto, uno de los más retratados de Pals, es el adelanto al camino de Ca la Rufina, en el que arcos de piedra fusionan las fachadas y generan un ambiente singular.
Cada rincón de Pals está repleto de minuciosidades arquitectónicas que evidencian el transcurso del tiempo y la relevancia estratégica de esta urbe en tiempos pasados. No es sorprendente que recorrer sus calles sea como adentrarse en un fragmento de la historia medieval de Cataluña.
El mirador del Pedró es uno de los lugares más destacados de la visita a Pals. Ubicado junto a la torre del castillo, devastada en 1478, este sitio brinda una vista panorámica que incluso al renombrado autor Josep Pla dejó maravillado. Esta explanada ofrece una de las panorámicas más extensas y bellas del Empordà: un escenario que fusiona terrenos cultivados, montañas distantes y el azul del mar Mediterráneo.
Aparte de su antiguo casco, Pals también atrae a los aficionados al mar con su playa de 3,5 kilómetros de longitud. Este amplio y dorado arenal, circundado por dunas resguardadas, es un santuario para aquellos que desean paz en un ambiente natural. La playa brinda panorámicas directas de las Islas Medes, un conjunto de islas que pertenecen a una reserva marina de enorme valor ecológico.
La playa de Pals es perfecta para familias y viajeros, pues fusiona áreas de ocio con posibilidades para practicar deportes acuáticos como el windsurf o el kayak. Además, su proximidad al casco antiguo posibilita fusionar un día lleno de historia y cultura con un agradable reposo frente al mar.