Desconocido en Orense por sus bajas prestaciones defensivas, el Real Betis Baloncesto contrajo el viernes en tierras gallegas una deuda con sus seguidores y consigo mismo. La de levantarse de nuevo y demostrar las credenciales de aspirante al ascenso que por nivel de plantilla se le presuponen. El calendario no le concede respiro, ni tiempo para descansar ni tampoco para hacerse sangre por la derrota en el Pazo. El sábado regresó a Sevilla y el domingo hizo el petate de nuevo con destino a la capital asturiana para afrontar este lunes ante el Alimerka Oviedo (19.30 horas, app LaLiga Plus) la ida de los cuartos de final de la Copa de España. Ese torneo de nuevo cuño que desde la directiva del club verdiblanco se fijó como el segundo objetivo de la temporada y que se resolverá en una Final Four a finales de enero cuya puerta de acceso es este cruce a dos partidos con los ovetenses con un primer asalto en Pumarín y un segundo, en San Pablo, el 7 de enero. Este Betis Baloncesto quiere la Copa, pero sobre todo tiene entre ceja y ceja el ascenso. Es su mayor preocupación. Del liderato anda ahora lejos, a tres victorias, y para recuperar el terreno perdido debe el equipo ser mucho más consistente y contundente, en especial fuera de casa, donde se le están viendo las costuras que en su pabellón camufla. Las lesiones , numerosas, le siguen haciendo mucho daño y han impedido que Gonzalo García disponga de la totalidad del plantel en muchas jornadas. Hoy tampoco lo tendrá. No es fácil adquirir una regularidad de rendimiento, especialmente a domicilio, cuando siempre faltan entre dos y tres jugadores. Cuando hay que hacer componendas continuas en puestos clave y se está siempre de pruebas médicas. Es la realidad del conjunto verdiblanco. Ese factor azaroso, por lo tanto incontrolable, le está complicando la vida a un equipo que carga con mucha presión y responsabilidad , tiene margen de mejora en determinados puestos y, hasta la fecha, se ha mostrado mucho más eficaz en defensa que en ataque. Claro que tiene puntos en las manos, muchos, pero tal vez menos de los imaginados a principios de temporada. Si, como pasó en Orense, encima se le cae a plomo la defensa , las opciones de ganar lejos de San Pablo a rivales de la zona noble de la Primera FEB se reducen. De «paupérrimo» calificó el técnico verdiblanco el nivel defensivo de sus jugadores en el Paco Paz, mostrándose autocrítico, sin refugiarse en las excusas de las bajas aunque admitiendo que Jelinek ha acelerado su recuperación, que Atencia acaba de llegar y que Cvetkovic, faro del ataque verdiblanco en no pocos partidos, ahora no está. Dijo el vasco que no fue un problema de actitud, que «quizá faltó energía». Diciembre está poniendo a prueba su capacidad física. Ha jugado ya cinco partidos, lo ha hecho cada cinco días y hoy, en Pumarín, disputará el sexto. Y no será el último de 2024. Porque el domingo 29 recibe al Naturavia CB Morón en un derbi que será histórico, por ser el primero de competición liguera entre ambos clubes. Antes, le toca al Betis Baloncesto centrar los cinco sentidos en Pumarín para restañar las heridas, recuperar confianza y traerse el mejor resultado posible para la vuelta. Esa debe ser la mentalidad del Betis, que en Orense naufragó en casi todos los parámetros medibles del juego. En los más críticos, sin duda. La defensa se le abrió en canal y en el tiro fue un equipo miope y sin pulso: su 4/23 desde el triple y su 20/30 desde el 4,60 lo evidencian . Con la capacidad de muchos de sus jugadores para acudir a la línea de personal, el pobre 71% desde esa suerte tiene que subirlo obligatoriamente. Porque los pequeños detalles se agigantan en partidos apretados. Atencia no desentonó en su debut, Benite estuvo muy lejos de su mejor nivel; Hughes sí aportó lo que de él se espera y lo mismo cabe decir de DeBisschop o Rubén López, pero no así de Kasibabu , que debe sumar mucho más y tendrá que aumentar ahora sus minutos y prestaciones. Domenech ha jugado poco últimamente y ha de estar preparado para un mayor protagonismo. El Betis se ha distanciado algo de la cabeza y ha perdido cuatro partidos de trece. Sigue arriba, cuarto, no es ningún drama, pero el problema es que este proyecto de Hereda se impuso mucha presión por el dinero invertido en verano y el deseo expreso de subir cuanto antes a la ACB. Y nada fácil es porque la competencia es altísima esta temporada y hay tres equipos que no dan tregua . No se descartan futuros movimientos en la plantilla, aunque existe en el club mucha confianza en el equipo y también cierto reparo en trastocar el ecosistema del vestuario. Otra cosa es que las lesiones obliguen a ello, como en el caso de Atencia, un recién llegado que se quedará en principio hasta la recuperación de Cvetkovic. Este Betis mermado de recursos comparece esta tarde en Pumarín , cancha pequeñita que puede ser una auténtica caldera. Allí ha ganado el Alimerka Oviedo dos partidos ligueros y ha perdido cuatro. El último, el pasado viernes contra el Súper Agropal Palencia (71-91). Desde que los carbayones visitaron San Pablo el 6 de diciembre, su cuenta de resultados contempla una victoria y dos tropiezos. El conjunto de Javi Rodríguez sólo ha ganado cuatro veces en la Primera FEB y se encuentra en la zona baja de la tabla, pero para evitar confianzas innecesarias bien haría el Betis Baloncesto en recordar hasta qué punto sufrió en el duelo jugado en Sevilla. De hasta catorce puntos fue la mayor renta del Alimerka, que en el tercer cuarto aún ganaba de diez y obligó al equipo de Gonzalo García a un espectacular sobreesfuerzo defensivo para remontar (86-77) guiado por un imperial Renfroe. El Oviedo lo puso en un brete y seguro que esta tarde tampoco le dará facilidades. Los asturianos suben el nivel en su pista y, como el Betis, vienen de perder. Están heridos. No les están saliendo las cosas, son decimoquintos con los mismos triunfos que el antepenúltimo y tal vez vean en la Copa de España una mecha con la que prender la llama de la ilusión de la temporada. Tras cada caída, este Betis Baloncesto siempre se levantó. Es un equipo fiable en ese sentido, pero hoy vuelve a jugar fuera de casa , donde le está costando rendir al mismo nivel que en San Pablo y tiene una asignatura pendiente. Además, hasta que la pelota no eche a volar no se verá cuál es su nivel real de combustible tras competir el viernes. El tute que lleva es importante y no hay que olvidar que lo está haciendo con la plantilla incompleta por las lesiones, en cuadro. El mayor problema deportivo del equipo en estos momentos.