En el contexto de un año caracterizado por incertidumbres globales, una moneda de América Latina ha logrado consolidarse como símbolo de estabilidad en la región. Mientras diversas divisas enfrentan desafíos significativos, esta destaca por su capacidad de mantenerse firme frente al dólar estadounidense, un indicador clave en los mercados internacionales.
A pesar de las presiones económicas que afectan a gran parte del continente, la mencionada divisa ha demostrado una notable resistencia, lo que logró atraer la confianza de inversores y actores económicos de gran potencia mundial. Su desempeño se posiciona como un ejemplo relevante en el panorama financiero del sur de América, donde los cambios en los mercados suelen generar incertidumbre.
El sol peruano es reconocido como la divisa más estable de Latinoamérica en 2024. Datos recientes del mercado cambiario muestran que ha registrado variaciones mínimas frente al dólar, y contrasta con las depreciaciones de otras monedas como el peso chileno y el boliviano.
Mientras el peso de Chile se depreció un 9% en lo que va del año, el sol peruano se ha mantenido firme, respaldado por políticas macroeconómicas acertadas. En Bolivia, aunque la moneda parece estable debido a su tipo de cambio fijo, enfrenta riesgos derivados de la caída de reservas internacionales, que disminuyeron de 15.000 millones de dólares en 2014 a 3.500 millones en 2024. Incluso, en este país la divisa peruana se volvió más apreciada.
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La estabilidad del sol peruano radica en tres pilares clave:
El BCRP ha sido crucial para mantener la estabilidad de la moneda. Su principal política de autonomía le ha permitido actuar sin interferencias políticas, con estrategias efectivas para contener la inflación y mantener la confianza de inversionistas locales y extranjeros.
Expertos internacionales señalan que el Banco Central intervino oportunamente en momentos de volatilidad cambiaria, lo que evitó desequilibrios. Estas acciones, combinadas con la disciplina fiscal, han posicionado al sol peruano como un modelo de gestión monetaria en la región.
El peso chileno y el boliviano enfrentan desafíos significativos. En Chile, la caída en el precio del cobre —que representa el 50 % de sus exportaciones— ha debilitado su economía. En marzo de 2024, el cobre alcanzó su precio más bajo en 18 meses, lo que afectó directamente al peso chileno.
Bolivia, por su parte, mantiene un tipo de cambio fijo desde 2011, lo que genera una estabilidad aparente. Sin embargo, la falta de reservas internacionales amenaza con desencadenar una crisis cambiaria si no se toman medidas correctivas. Expertos señalan que mantener una paridad fija a costa de las reservas internacionales puede generar problemas de liquidez graves, como ya se observa en Bolivia.
La diversificación económica de Perú ha reducido su dependencia de recursos específicos, y así logró absorber mejor los impactos externos. Sectores como la minería aurífera y la agroindustria han fortalecido su capacidad exportadora y equilibrado su balanza comercial. Por si fuera poco, la apertura del Megapuerto de Chancay consolida a la nación peruana como un nexo entre la economía asiática y latonamericana.
Informes de JP Morgan y Bloomberg destacan al sol peruano como una de las monedas más resilientes de la región en 2024. Esta percepción positiva ha atraído inversiones extranjeras en infraestructura y minería, lo que consolidó su reputación como una economía confiable. Además, otros expertos señalan que esta diversificación ha sido clave para que Perú sobresalga frente a sus vecinos más dependientes de un único recurso.
