En las últimas semanas, el papel que estarían jugando los soldados norcoreanos en la Guerra de Ucrania ha pasado a ser uno de los principales temas de discusión, a raíz de las últimas informaciones publicadas por los servicios de inteligencia de países como Ucrania, Reino Unido, Corea del Sur o Estados Unidos.
De hecho, fue Zelenski quien confirmó que ya se habían producido los primeros combates con las tropas enviadas por Pyongyang en la región de Kursk. Tan solo unos días después, el Ministerio de Defensa del Reino Unido desveló que esta coalición de soldados rusos y norcoreanos podría estar enfrentándose a "dificultades de interoperabilidad" al no compartir el mismo idioma, entre otros aspectos. Algo que ha dado pie a malentendidos fatales, ya que según informes del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), los soldados norcoreanos habrían llegado a abrir fuego contra sus liados.
Los de Kim Jong Un también habrían sufrido bajas en estas semanas. Al menos 100 efectivos habrían muerto, y otros 1000 habrían resultado heridos, y es que aunque la participación de estos en la contienda está rodeada de hermetismo, continúan trascendiendo informaciones sobre su desempeño, e incluso acogida por parte del pueblo ruso. Una de las últimas actualizaciones ha venido por parte del SBU, el cual afirma que más de 200 militares norcoreanos fueron trasladados a hospitales "cerca de Moscú", para ser atendidos. Un trato que parece estar levantando ampollas entre la población.
La inteligencia ucraniana asegura haber interceptado una conversación entre la enfermera de un hospital llamada supuestamente Rashishtka, y su marido, combatiente en la guerra en la región de Járkov, ambos rusos. En la llamada, la mujer habría mostrado su malestar ante el continúo goteo de heridos de la República Popular de Corea: "Ayer pasaba un tren con unas 100 personas. Hoy hay 120, ya son 200. ¿Y cuántos quedan todavía? Solo Dios lo sabe", asegura. A continuación, Rashishtka critica el hecho de que se estén liberando salas para ellos: "Son de élite estos coreanos, ¿o qué? Liberamos ciertas salas para ellos. ¿Son tan privilegiados o algo así?", se pregunta.
La enfermera va un paso más allá, al afirmar que piensa negarse a suministrar anestesia a los de Pyongyang; "Váyanse al infierno, les diré, no entiendo lo que están diciendo" en una clara alusión a los problemas de entendimiento derivados de la diferencia de idiomas.