Desde que Pedro Sánchez pidió una ovación para Magdalena Álvarez en el mitin de Benalmádena unos días antes de que el Tribunal Constitucional de Conde-Pumpido anulase su condena, la maquinaria sanchista ha puesto en marcha su tradicional estrategia revanchista. No se trata sólo de intentar blanquear el mayor escándalo de la historia de España, como han ratificado hasta el momento todos los tribunales que han entendido del asunto, incluido el Constitucional, sino de sembrar la sospecha sobre todos los que lo denunciamos. Juan Espadas dio las gracias a gritos a Chaves y a Griñán en el Congreso Federal de Sevilla. Y desde entonces todos los pregoneros del PSOE, desde miembros del partido que buscan un carguito a bots de las...
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