Es el tipo más siniestro que haya aparecido en un relato navideño. De nariz filosa, mejillas arrugadas, labios delgados y azules, su cara es un modelo de su desgracia. Charles Dickens lo imaginó en A Christmas Carol y le puso un nombre tan siniestro como su alma: Ebenezer Scrooge. Al comienzo de la historia, en Nochebuena, Scrooge rechaza una invitación de su sobrino Fred a cenar. Pensando que la Navidad es una farsa (humbug!), permite de mala gana que su empleado Bob Cratchit regrese a celebrarla a su casa. Por supuesto que no admite que ya lo ha explotado lo suficiente.Scrooge es, junto con el Harpagon de Molière (inspirado en la obra de Plauto) y el señor Grandet de Balzac, el ejemplo literario máximo de un avaro miserable. Nadie ha mirado con tanta avaricia el mundo como ellos. Pero si está instalado en el mundo, Scrooge no cuenta con los seres que vienen de la otra dimensión. Esa noche de Navidad lo visita el fantasma de su antiguo socio, Marley. Su predicción es terrible. Pronto llegarán los espíritus.El primero de ellos es el Espíritu de la Navidad Pasada que revela a un Scrooge abandonado y solitario. Conocemos el cariño que le tenía a su difunta hermana Fan, la madre de Fred. Conocemos de su amor perdido por Belle. Luego viene el segundo espectro, el de la Navidad Presente. Allí está la familia de Cratchit y el frágil Tim, que morirá a no ser que alguien cambie el curso de los hechos. Luego viene el tercer espectro que muestra el funeral del propio Scrooge. Es allí cuando el avaro descubre que nadie lamentará su muerte. Scrooge ve su futuro como un ser abandonado por todos. En ese futuro aparece muerto el pequeño Tim. El final es previsible. Scrooge despierta convertido en un ser generoso. Decide aumentar el sueldo a su empleado Cratchit y ayudar al pequeño Tim. Pasa la tarde en la casa de su sobrino Fred. A Christmas Carol es un ejemplo del poder de los sueños. La noche es el tiempo de las revelaciones. Scrooge experimenta el terror de saber quién es. El psicoanálisis al que lo someten los sueños lo confronta con sus propios traumas. Le señala un camino a la redención. El terror tiene un efecto terapéutico. Scrooge se enfrenta al dolor. Su instinto concluye que el único sentido de la vida es compensar, de algún modo, la muerte. Si hay alguna moral, no viene de los principios o de los dogmas. Viene de la experiencia. Vamos a morir. Tenemos que enfrentar a la muerte con una vida lo más rica y plena. Esa vida no puede ocurrir lejos de los demás. Cuando escribió A Christmas Carol, Dickens ya había publicado seis libros. Sin embargo, su estrella se había opacado algo. La redacción del libro le tomó algunas pocas semanas. Salió publicado el 19 de diciembre de 1843. Para la Navidad había agotado la edición. A diferencia de muchos escritores contemporáneos, Dickens no tenía miedo de cantar en voz alta. Su Scrooge es un manantial de emociones. Es por eso que no los olvidamos, ni en Navidad ni en cualquier época.AQ