El próximo 21 de diciembre de 2024, a las 10:21 hora peninsular española, tendrá lugar el solsticio de invierno en el hemisferio norte. Este evento, que marca el día más corto del año en esta región, señala al mismo tiempo el inicio del verano al sur del ecuador. Aunque los solsticios ocurren simultáneamente en todo el mundo, su hora local varía según los husos horarios.
Los solsticios son puntos clave en el ciclo anual de las estaciones, junto con los equinoccios. En el caso del invierno de 2024-2025, la estación tendrá una duración de 88 días y 23 horas, concluyendo el 20 de marzo.
El fenómeno de los solsticios se origina en la inclinación axial de la Tierra, que es de aproximadamente 23,4 grados respecto a su órbita alrededor del Sol. Esta inclinación provoca que los hemisferios norte y sur reciban diferentes cantidades de luz solar a lo largo del año, dando lugar a las estaciones.
Entre marzo y septiembre, el hemisferio norte está más inclinado hacia el Sol, disfrutando de la primavera y el verano, mientras que entre septiembre y marzo, este hemisferio se aleja, experimentando el otoño y el invierno. Los solsticios ocurren cuando el eje terrestre alcanza su máxima inclinación hacia el Sol. En el solsticio de verano, el hemisferio más inclinado recibe su día más largo; en el de invierno, el más alejado experimenta su noche más prolongada.
En el hemisferio norte, el solsticio de invierno coincide con el paso del Sol sobre el Trópico de Capricornio, ubicado a 23,5 grados de latitud sur. Este es el punto más al sur en el que el Sol puede estar directamente sobre nuestras cabezas.
Además, los solsticios no son exclusivos de la Tierra. Cualquier planeta con un eje inclinado tiene solsticios y equinoccios, aunque las estaciones varían según la inclinación axial y la órbita de cada planeta. Por ejemplo, Venus, con una inclinación de apenas tres grados, apenas muestra diferencias estacionales, mientras que Marte, con una órbita más elíptica que la nuestra, experimenta variaciones más drásticas en sus temperaturas.
Desde tiempos antiguos, los solsticios han sido eventos cargados de significado cultural y espiritual. En Stonehenge, la Heel Stone se alinea perfectamente con el Sol naciente durante el solsticio de verano. De manera similar, en Egipto, el Sol parece ponerse entre las pirámides de Keops y Kefrén durante el solsticio de verano, aunque se desconoce cómo los antiguos egipcios lograron esta alineación.
En Escandinavia, el solsticio de verano se celebra con Midsommar, una festividad que incluye danzas, comidas y rituales relacionados con el amor y la fertilidad. En Alaska, el Midnight Sun Game, un partido de béisbol nocturno, celebra las 22,5 horas de luz solar que se pueden disfrutar en esta época.
Por su parte, el solsticio de invierno también tiene sus celebraciones. Los incas celebraban el Inti Raymi, en honor al dios sol Inti, marcando su año nuevo con rituales que todavía se recrean en Cusco (Perú). En la antigua Roma, el festival de Saturnalia, una semana de celebraciones en honor a Saturno, incluía intercambios de regalos y decoraciones con plantas. En Irán, el festival de Yalda, de raíces zoroastrianas, conmemora el nacimiento de Mitra, la diosa de la luz, con banquetes y lecturas poéticas.
Un mito común vincula el solsticio de invierno con las temperaturas más frías del año, pero no es el caso. El agua y la tierra tardan en enfriarse o calentarse, lo que provoca que las temperaturas más bajas se registren semanas después del solsticio, en enero, y las más altas en julio o agosto.
Además, aunque la rotación terrestre se está desacelerando gradualmente debido a las mareas, el día más largo registrado no ocurrió recientemente, sino en 1912, debido a factores como el movimiento de masas terrestres y acuáticas.