El 27 de noviembre de 2024 se implementó un acuerdo de alto el fuego para detener el conflicto en Líbano. Tras los tensos enfrentamientos, las personas de todo el país, incluidas las personas refugiadas de Palestina, sienten alivio al pensar que la vida puede volver a la normalidad. Durante este periodo, muchas enfrentaron enormes desafíos al verse obligados a abandonar sus campamentos y sus rutinas. El inicio del año escolar en las escuelas de UNRWA, la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina, fue suspendido, y algunas clínicas de salud de la Agencia, así como hospitales de la Media Luna Roja Palestina, tuvieron que cerrar temporalmente por la peligrosa situación.
Sin embargo, el alto el fuego ha traído un rayo de esperanza, especialmente para los jóvenes estudiantes ansiosos por regresar a sus aulas. Finalmente, el año escolar está comenzando en todas las escuelas de UNRWA en el país, lo que representa un impulso para todos los estudiantes refugiados de Palestina que perdieron la oportunidad de regresar a clases en septiembre como lo hicieron el resto de niños y niñas de todo el mundo.
Wael Jaber y Mohammad Al-Hajj son dos estudiantes refugiados de Palestina que asistían a las escuelas de UNRWA antes de los incidentes. Wael, un estudiante de 14 años que cursa noveno grado en la escuela Al-Manara, expresó su emoción al volver: “Cuando supe que la escuela finalmente iba a abrir, con mucha emoción preparé todos los libros y materiales escolares que recibí de UNRWA”. Como muchos otros niños, Wael está ansioso por volver a las clases presenciales. “Echo de menos participar en clase con el profesor y mis compañeros. Recuerdo cómo solíamos leer textos juntos y debatir ideas en grupos y realmente lo extraño”.
“Fui con mi madre a una pequeña tienda en el campamento y compré dos conjuntos nuevos para asistir a las clases”, comenta otro alumno, Mohammad Al-Hajj. Para Mohammad, las últimas semanas fueron muy difíciles. El acceso al aprendizaje online es un reto para los estudiantes refugiados de Palestina, ya que muchos no cuentan con teléfonos apropiados u otros dispositivos electrónicos necesarios para esta modalidad. “Aprender en remoto nunca es fácil ni tan divertido o provechoso como las clases presenciales. Estoy contento de que ahora podamos regresar finalmente a nuestra escuela”. Mohammad solía disfrutar jugando con sus amigos y participando en diversas actividades escolares cuando la vida era normal.
En el otro lado del país, específicamente en el campamento Rashidieh, al sur de Líbano, vive Bayan y su familia. Bayan Abu Nasser, una refugiada de Palestina de 22 años, explica que tres días después de la escalada del conflicto, Bayan, su madre y sus tres hermanos despertaron en plena noche por el aterrador sonido de una bomba que explotó cerca de su residencia.
“Estábamos dormidos y de repente nos despertamos aterrados a las 3:00 a.m. por un sonido muy fuerte de una explosión”. Dos horas después empaquetaron lo esencial y dejaron el campamento en busca de un lugar más seguro. “Nos quedamos en la casa de unos familiares en Saida durante aproximadamente un mes, pero no pudimos quedarnos más tiempo porque vivíamos con tres familias más y la casa era realmente pequeña para todos”. Posteriormente, la familia se mudó al campamento de Nahr El-Bared en el norte de Líbano, donde permanecieron durante otro mes, lejos de las zonas bombardeadas.
“Una semana después del alto el fuego, finalmente regresamos a nuestra residencia en el campamento Rashidieh. En el momento en que entramos, nos sentimos como extraños en nuestra propia casa. Los cristales de las ventanas estaban rotos en el suelo y las paredes se habían vuelto negras debido al humo, la niebla y las bombas”. Pasaron los días y, afortunadamente, la familia de Bayan logró superar la situación y volver a su vida normal. “Espero que los días pasados nunca vuelvan. Quiero seguir con mi vida a pesar de todo lo que nos rodea. Deseo continuar mis estudios e ir a la universidad para especializarme en ciencias”.
El alto el fuego trae consigo un renovado sentido de esperanza y determinación para las comunidades de refugiados de Palestina en todo Líbano, quienes han soportado enormes dificultades. A medida que las escuelas de UNRWA reabren, algunas clínicas reanudan sus operaciones y las familias regresan a sus hogares. Wael, Mohammad y Bayan ejemplifican la resiliencia y un compromiso con por conseguir un futuro mejor.
Puedes ayudar a UNRWA en su trabajo en Líbano en www.ayudalibano.es