La Delegación de Turismo, Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía en Córdoba ha abierto una investigación sobre la villa romana datada en el siglo III d.C. y enclavada en la barriada de Santa Rosa (número 4 de la calle Algarrobo) que ha salido a subasta para liquidar una deuda con un fondo de inversión, que asciende a 878.000 euros . Así, se ha trasladado a la Dirección General de Patrimonio el llamativo caso, al tratarse de unos restos que se encuentran en muy buen estado de conservación y que fueron descubiertos en 2003 por una constructora que iba levantar piso en el solar en el que se encuentra el yacimiento. La relevancia de esta villa llevó al Ayuntamiento a plantear un proyecto de restauración ; de hecho, se llevó a cabo una inversión para su puesta en valor. No obstante, la crisis de 2008 frenó en seco la iniciativa. Posteriorimente, un fondo de inversión reclamó a la constructora una deuda con garantía hipotecaria valorada en 878.436 euros. El asunto llegó a los juzgados y, finalmente, la villa ha sido la moneda de cambio para saldar dicha deuda. Ha salido a subasta por un valor inicial de 243.000 euros, sin que haya puja mínima. El importe de depósito es de 12.150 euros y la fecha de conclusión de la venta se ha fijado el 7 de enero del 2025. La villa ocupa una superficie de 728,85 metros cuadrados y forma parte del sótano y aparcamiento de un moderno edificio. Destaca por sus llamativos mosaicos con decoración geométrica, vegetal, de peltas, con motivos de fauna marina dioses y personificaciones de las cuatro estaciones del año, entre otros. Desde el punto de vista arquitectónico, según un estudio de la Universidad de Córdoba, existen pocos paralelos formales cercanos: entre ellos, la Villa de Valdetorres del Jarama, o la del Rabaçal, cerca de Coimbra. El citado informe de la UCO señala que el «poderoso dominus» que levantó esta imponente vivienda lo hizo «con todo cuidado: escogió un solar alejado pero de fácil acceso y rodeado de un huerto en el que sólo debía escucharse el ruido del agua y el viento azotando a los arriates y a las hojas de los árboles frutales; un solar que, hasta unos años antes, los ciudadanos de Colonia Patricia Corduba emplearon como espacio en el que enterrar a sus muertos».