I
La Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes, conocida como R4V, está conformada por más de 200 organizaciones (incluyendo agencias de la ONU, sociedad civil, organizaciones religiosas y ONG, entre otras) que coordinan sus esfuerzos bajo el Plan de Respuesta para Refugiados y Migrantes de Venezuela (RMRP por sus siglas en inglés) en 17 países de América Latina y el Caribe. Es el sitio indicado para consultar si usted quiere conocer, por ejemplo, el número de migrantes venezolanos y cuántos de esos migrantes están en cada uno de esos 17 países.
Para junio del año 2019 dicha plataforma reportaba un número de 3,24 millones de venezolanos migrantes hacia esos 17 países (la cifra exacta era 3.238.200). Sin embargo, para noviembre de 2024, el número reportado por la misma plataforma, en todo el mundo, era casi dos veces y media mayor que el reportado para 2019: 7,89 millones (la cifra exacta es de 7.890.506), de los cuales 6,70 millones (85%) se ubicó en América Latina y el Caribe.
Por supuesto, siempre permanece la pregunta: ¿por qué los venezolanos se van?, ¿qué los repele? O mejor dicho, ¿qué los atrae?
II
Dentro de los modelos que abordan el estudio formal de las migraciones existen unos, también muy peculiares como veremos, llamados «modelos gravitacionales».
Como seguramente ustedes lectores conocen, la Ley de Gravitación Universal fue formulada por Isaac Newton (1643-1727) en su libro “Philosophiae Naturalis Principia Mathematica”, de 1687. El enunciado formal de esta ley sostiene que: “La fuerza con que se atraen dos objetos es proporcional al producto de sus masas e inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que las separa”.
La primera expresión que determinaba el número de migraciones entre dos estados con un modelo gravitacional, fue aquella propuesta por Ernest Charles Young en 1924 («The Movement of Farm Population«, Cornell University, Agricultural Experiment Station Bulletin, Vol. 426). La idea central del trabajo de Young era que el volumen de migración entre dos regiones podía ser expresado como “inversamente proporcional a la distancia que las separa y directamente proporcional a la “fuerza de atracción” de la región de destino”.
En tales modelos gravitacionales, lo de la distancia es fácil de digerir. A modo de ejemplo, los dos países que más migrantes venezolanos exhiben son Colombia y Perú (el 57% de la migración total para noviembre de 2024) y aquí la distancia -la cercanía y su facilidad de recorrerla por tierra- viene reforzada por cuatro aspectos: el idioma común, las migraciones previas procedentes de esos dos países, un pasado colonial común y un clima estacional similar, amen de las posibilidades de empleo y del poder de compra del salario, cualquiera que este sea.
Por su parte y en Oymyakon, pueblo de Rusia –país del disminuido y depreciado rublo- que está ubicado en el extremo este de la Siberia oriental, a más de 11.000 kilómetros de Caracas en línea recta, y donde se han informado temperaturas de hasta –71,2 °C, no se reportan -que sepamos al momento de escribir este artículo- migrantes venezolanos: ni andinos ni mucho menos, maracuchos.
Ahora bien, ¿cuáles son las variables que caracterizan la «fuerza de atracción» en estos modelos gravitacionales?
Hay por lo menos tres tradicionales y una no tradicional. Las tres tradicionales son la calidad de vida, el PIB y el Índice de Desarrollo Humano (IDH) y lo normal es que el sentido del movimiento migratorio se verifique desde los países con menor calidad de vida, menor PIB per cápita y menor IDH hacia los países con mayor calidad de vida, mayor PIB per cápita y mayor IDH. La cuarta medida, la no tradicional, es el Índice de Miseria, originalmente propuesto por Arthur Okun (1928-1980) y modificado por Steve Hanke (1942-actual). Con esta métrica, el movimiento migratorio se verifica desde los países con mayor Índice de Miseria hacia aquellos con menor Índice de Miseria.
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