Tras dos años de negociaciones, Costa Rica recibió el 28 de noviembre la invitación para incorporarse al Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP, por sus siglas en inglés), conformado por 11 de las más dinámicas economías del mundo: Australia, Japón, Malasia, Nueva Zelanda, Singapur y Vietnam, además de Brunéi, Canadá, Chile, México y Perú.
El 13 de este mes, diez años después de que se iniciara formalmente el trastornado camino de adhesión a la Alianza del Pacífico, su Consejo de Ministros aprobó al fin nuestra solicitud de integrarnos como miembro pleno de ese bloque, integrado por Perú, Chile, Colombia y México.
---
Cuando culminen ambos procesos, los beneficios potenciales serán muchos. Gracias al TPP, nuestras exportaciones recibirán trato preferencial en aquellos de sus miembros con los que aún no tenemos tratados bilaterales, además de beneficiarnos de altos estándares en varios ámbitos de política comercial. La Alianza, por su parte, dará más dinamismo a los acuerdos de libre comercio que ya existen con sus cuatro países, profundizará la cooperación en otros ámbitos y servirá de plataforma para una proyección conjunta a varias economías asiáticas.
Gracias a ambos, podremos ampliar el portafolio de nuestros socios y fuentes de inversión, algo que siempre ha sido necesario, pero ahora resulta indispensable, por un riesgo —Donald Trump—, y una razón: nuestra alta dependencia del mercado estadounidense.
---
A octubre de este año, el 47% de nuestras exportaciones se dirigieron a Estados Unidos, que además representó el 71% de la inversión extranjera directa en el 2023. Los beneficios han sido muchos, pero también los riesgos de ímpetus proteccionistas, cambios en las reglas del juego o presiones indebidas. Todos ellos han crecido. Diversificar no implica degradar la relación con nuestro principal socio, sino ampliar los vínculos con otros. Es un ejercicio de suma, no resta; también, de protección ante posibles turbulencias.
Dos años de espera ante el TPP fueron razonables; más de diez ante la Alianza, excesivos. Por estos retrasos, y porque los beneficios tardarán en concretarse, debemos movernos con celeridad y, a la vez, esmero. La región de Asia-Pacífico plantea retos múltiples, pero también promisorios horizontes; debemos potenciarlos lo antes posible.
Correo: radarcostarrica@gmail.com
X: @eduardoulibarr1