El 10 de enero no solo trae consigo la probable toma de posesión como presidente, por un nuevo periodo, de Nicolás Maduro, en la Venezuela de Bolívar.
También conlleva una prueba a la esperanza de Edmundo González y María Corina Machado de lograr imponer el resultado de las elecciones.
Paradoja o coincidencia, a diez días de esas dos posibilidades que mantienen en vilo la atención hemisférica, tomará posesión el presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump.
La sombra de la que podría ser la madre de las transiciones agrega otro nudo. El curso y definición a seguir de las relaciones entre el país suramericano y norteamérica, al menos durante el próximo cuatrienio.
Las incógnitas sobre lo que pueda ocurrir a partir de entonces entre el chavismo y el republicano, llueven.
Durante su primer mandato el magnate apostó a la «presión extrema» hacia el Gobierno de Maduro. Recibió y reconoció como legítimo presidente al opositor Juan Guaidó.
Aquella postura, respaldada por la Unión Europea, Canadá y otros aliados, no cambió el curso de la historia venezolana. Empobreció un país petrolero y aumentó la migración.
Cerca de ocho millones de venezolanos, y contando, se han marchado, de la convulsa situación. De ellos, unos 700 mil han recalado en USA.
Con Biden al frente, la Casa Blanca levantó parcialmente algunas sanciones y permitió que empresas como Chevron, pudieran comercializar el oro líquido, a cambio de unas elecciones transparentes en el verano del año pasado.
Molesto tras su experiencia con Guaidó, Trump podría repetir la misma dosis de hace cinco años. ¿Reconocerá como presidente legítimo al opositor Edmundo González?
Proponer como secretario de Estado al senador Marco Rubio pronostica la intensidad de la tormenta que se avecina.
Aunque no se descarta que a medida que corra el tiempo, ese ruido de sables se transforme en pragmatismo. En un acuerdo de mutuo interés en que USA necesita oro negro barato y Caracas las divisas resultantes de venderlo. Y si se aceptan los vuelos de repatriación desde territorio norteamericano, esto ayudaría a resolver una de las grandes prioridades de la nueva administración.
El 10 de enero marcará un nuevo hito. Con un Nicolás en peligro real de no ser investido y un Edmundo dispuesto a reemplazarlo a como de lugar.
¿Guerra fría? Más bien batalla impredecible.
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