En esta época navideña, cuando muchas familias consideran regalar teléfonos móviles a sus hijos, el presidente de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap), el doctor Pedro Gorrotxategi, ha lanzado una seria advertencia. Según el especialista, regalar un móvil a los menores, especialmente a los más pequeños, "no es un regalo, es un problema", dadas las múltiples implicaciones negativas que puede tener para su salud y desarrollo.
El uso excesivo de teléfonos móviles y pantallas está asociado con numerosos problemas de salud. Entre los más pequeños, puede provocar retrasos en el lenguaje. En niños mayores, está vinculado al aumento del sedentarismo, la obesidad y el sobrepeso, así como a problemas visuales como la fatiga ocular y la miopía. Además, el uso prolongado de dispositivos digitales puede generar alteraciones del sueño y, a largo plazo, problemas cardiovasculares.
Desde el punto de vista social y emocional, los móviles pueden generar aislamiento, trastornos de ansiedad e impulsividad. También están relacionados con el acoso escolar y pueden alterar las dinámicas familiares, dificultando la comunicación entre padres e hijos. A esto se suma el riesgo de acceder a contenidos violentos, sexuales o inadecuados para la edad.
El doctor Gorrotxategi insiste en que el tiempo que un menor pasa utilizando un móvil lo resta de actividades importantes como el ejercicio físico, las conversaciones familiares o la interacción con sus iguales. Por ello, recomienda que los regalos navideños fomenten la actividad física, las relaciones personales y el entretenimiento saludable, en lugar de exponerse a los riesgos que suponen los dispositivos electrónicos.
El especialista recordó las pautas del Comité de Expertos de Infancia y Juventud para un uso adecuado de los dispositivos digitales. Hasta los tres años, se desaconseja totalmente su uso. De tres a seis años, su empleo debe ser puntual, siempre bajo supervisión adulta.
Entre los seis y los doce años, se recomienda limitar el acceso a Internet y priorizar actividades al aire libre, deportivas o en contacto con la naturaleza. El uso de dispositivos debe ser supervisado, con límites establecidos y contenidos adaptados a la edad.
En adolescentes de 12 a 16 años, es fundamental instalar herramientas de control parental para evitar el acceso a contenidos inadecuados y gestionar el tiempo de exposición.