Están las redes que humean a cuenta de las felicitaciones navideñas. O a cuenta de las felicitaciones, sin más, pues se han organizado dos bandos bien definidos: los que te saludan o despiden con un sonoro «Feliz Navidad», y los que no queriendo mencionar ni por asomo las connotaciones religiosas, dicen como mucho «Felices Fiestas». Stalin llegó a encarcelar a los que vendían productos navideños, aunque después aceptó como mal menor lo de «Navidad, Camaradas». No era el paroxismo de Robespierre, que impuso la expresión «Feliz Termidor», o lo de nuestros comunistas contemporáneos, muchos de los cuales te saludan con un expresivo «Feliz Solsticio de Invierno». Algún tarjetón hemos recibido con semejante salutación, aunque por lo general se impone el sentido práctico, siendo mayoría los que dicen Feliz Navidad en lugar de cualquier otra cosa sovietizante o Queer. Al fin y al cabo es fruto de nuestra raíz católica, por desgracia cada vez más sometida a tradiciones extranjeras tipo Santa Claus o Papá Noel, cuando de toda la vida lo nuestro son los Reyes.
Valga tanto preámbulo para aludir al pacto navideño de los tres mosqueteros de Pedro Sánchez (Ábalos, Koldo y Cerdán) con el aparato del partido en Ferraz, fruto del cual el antiguo resquemor de los ministros con relación al otrora secretario de Organización, se ha tornado hoy en defensa férrea y numantina. Cuando saltó el escándalo de las mascarillas, de inmediato empezaron a señalar a Ábalos como responsable último de los contratos bajo sospecha. Ahora, de golpe todo ha cambiado. Tanto, que sostiene Bolaños que Aldama está «ensuciando» los nombres de «gente honrada», como si las acusaciones contra el exministro y su asistente fueran cosa exclusiva del conseguidor, olvidando que la principal imputación no viene de Aldama, sino de la UCO de la Guardia Civil. Claro que la UCO era buena cuando defendía a Begoña, y es mala por investigar al dúo Koldábalos. Cosas de la vida.
¿Qué ha pasado para este cambio? Ábalos lo niega todo, igual que Koldo, pese a que hay datos que les inculpan, por mucho que lo rechacen: el piso alquilado a Jessi, el papel manuscrito de Koldo, el contrato suscrito por Ábalos, el chalé de Cádiz y las fotos en las que el mediador aparece junto al ministro en plena faena negociadora, ora en Barajas, ora en Ferraz. Lo niegan porque forma parte de un pacto, dicen los del PP. En el PSOE se han puesto nerviosos con el papel manuscrito en el que presumiblemente Koldo le explicaba a Aldama el «negociete» de las comisiones para el PSOE a cuenta de la obra pública. Un papel escrito a mano que Koldo dice no haber redactado nunca, pero que los calígrafos le atribuyen. Es igual, no has sido tú aunque se demuestre lo contrario. No hasta el final, hasta el juicio oral, si es que lo hay. No y tres veces no, Pedro. Tranquilo. El pacto está amarrado. Koldo sabe que, diga lo que diga, mienta o no, será difícil que no le vayan a condenar «a algo». Igual que Ábalos. Si eso ocurre, lo único que les quedará, al final, será el indulto del Gobierno, o una gracia del Tribunal Constitucional de Pumpido, al estilo Griñán.
Si Sánchez cae y llega el PP, no habrá indulto ni habrá gracia ni nada. Ese es el peligro que se corre diciendo la verdad. De manera que lo que interesa a todos es que siga Pedro en La Moncloa y el PSOE en el Gobierno. En eso están. En nada se van a perjudicar. De modo que, Feliz Navidad para todos y, para ellos, ¡Feliz Omertá!