Un terremoto de magnitud 7,3 sacudió el martes Vanuatu, un país insular en el Pacífico, dejando al menos 14 muertos y 200 heridos según el balance oficial actualizado. El epicentro se localizó a 30 kilómetros de la isla principal, Efate, y a una profundidad de 57 kilómetros. Poco después, una réplica de magnitud 5,5 y otros sismos menores continuaron afectando el archipiélago de 320.000 habitantes.
El impacto fue devastador en Port Vila, la capital. Un edificio que albergaba embajadas de varios países, incluyendo Estados Unidos y Francia, colapsó, dejando a los diplomáticos ilesos pero destruyendo por completo la infraestructura. También se reportaron puentes derrumbados, deslizamientos de tierra y daños en el hospital principal, donde los pacientes tuvieron que ser atendidos en tiendas de campaña.
Michael Thompson, un residente, describió escenas de destrucción a la agencia AFP, incluyendo cadáveres en las calles y un autobús sepultado por un desprendimiento de tierra. Las telecomunicaciones quedaron severamente interrumpidas, y los dos embalses principales de agua sufrieron daños importantes, complicando los esfuerzos de emergencia.
Equipos de rescate trabajan en condiciones adversas para asistir a las víctimas. La Cruz Roja y las Naciones Unidas coordinan la ayuda humanitaria, enfrentando desafíos logísticos y de acceso. Algunos heridos fueron trasladados en camiones a hospitales saturados, mientras otros esperaban atención con vendajes improvisados en sillas y camillas al aire libre.
Aunque se emitió una alerta de tsunami, esta fue levantada poco después. Vanuatu, situado en el Anillo de Fuego del Pacífico, es altamente vulnerable a desastres naturales, como confirma el informe World Risk Report, que lo señala como uno de los países más propensos a terremotos, tsunamis y otros fenómenos similares.