No puedo ni debo ocultarles el impacto que ha suscitado en mí esta reunión de obras de Rafael Tegeo (Caravaca de la Cruz, 1798-Madrid, 1856), acompañadas de no pocas de sus maestros (Baglietto o José Aparicio), de algunos artistas contemporáneos (Alenza o Vicente López), de otros que conformaron el núcleo murciano (Hernández Amores) y de un abrumador despliegue de publicaciones y estampas políticas y satíricas que hacen las veces de contextos mediante los que abordar, con mayor precisión y riqueza, su figura y el tiempo que moró. Un impacto que, a buen seguro, proviene de la oportunidad que representa esta muestra para el descubrimiento de un autor con una obra exquisita y diversa (el Museo del Romanticismo dio un primer...
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