Jaime Rocha, exagente del CSID, hoy Centro Nacional de Inteligencia, espía retirado y destacado escritor, vuelve a la primera línea con una nueva obra que explora una de las etapas más delicadas de la historia reciente de España: la lucha contra ETA. Tras el éxito de su anterior trilogía, formada por Operación El Dorado Canyon, El muro y Alta traición, Rocha inicia un nuevo proyecto literario con Misiles para la ETA, la primera entrega de esta serie centrada en la lucha antiterrorista.
En ella se centra en la Operación Sokoa, operativo mediante el que el 5 de noviembre de 1986 se descubrió un importante arsenal de armas, explosivos y documentación en una empresa llamada Sokoa, que servía de tapadera para las actividades logísticas de ETA. Supuso la primera operación antiterrorista conjunta francoespañola de la historia.
Antiguo colaborador habitual de LA RAZÓN, Rocha ofrece una mirada en su nuevo título, una perspectiva única de los entresijos del espionaje español. A través de esta conversación, reflexiona sobre su trayectoria profesional; los desafíos de la inteligencia en tiempos convulsos sobre un tema que, como así defiende, resulta absolutamente desconocido para muchos jóvenes en la actualidad.
- Misiles para la ETA, cuarta novela escrita por usted, el principio de una nueva trilogía.
- Yo nunca tuve intención de publicar novelas pero escribí la primera, Operación El Dorado Canyon, algunos periodistas que eran amigos la vieron y la leyeron precisamente y fueron los que me animaron a publicarla. La editorial la publica y me dan una medalla de oro en Estados Unidos. Había escrito una novela, yo lo que quería era comunicar a mi familia, sobre todo a mi mujer y mis hijos, lo que yo hacía cuando me marchaba y ellos no tenían ni idea ni dónde iba ni a qué.
Era mi primera experiencia y salió tan bien que siguió con otras dos: El muro y Alta traición. Ahora esta otra –Misiles para la ETA– puede ser el inicio de otra trilogía basada en hechos reales, como las anteriores, pero en las que mi protagonismo ya no es tan importante. Yo no estuve nunca en la división de Interior contra la ETA, estaba en otros destinos a los que se les pedía colaboración. Yo sí he tenido un infiltrado en la ETA, he montado en una muga en Navarra, una empresa para controlar el paso de los etarras… He hecho cosas en la lucha contra ETA, pero no pertenecía a esa división de Interior.
- Usted entró en el CSID en la época más violenta de ETA. ¿Por qué elige la Operación Sokoa para centrar su novela? ¿Qué es lo que marca que este operativo tenga tanta trascendencia como para plasmarlo en su nuevo libro?
- Yo entré en 1979, efectivamente eran los años del plomo: mataban a cien personas al año, cada tres días había un asesinato y fue una lucha muy dura. Yo escribo esta novela porque es la primera en la que el gobierno francés, las fuerzas de seguridad francesas y el servicio francés de inteligencia colaboran directamente en esta operación. Hasta entonces Francia era como un refugio para los etarras. Allí, después de cometer un asesinato, prácticamente vivían libremente. Es a partir de la Operación Sokoa cuando el gobierno francés decide colaborar con el español en la lucha contra el terrorismo de ETA.
Hay un hecho significativo: el GAL estuvo muy mal hecho y fue una chapuza, pero hay una virtud que llevaron a cabo, la única que se le puede achacar, y es que cometieron unos asesinatos en Francia y eso fue lo que a los franceses les motivó a colaborar. Esta Operación Sokoa se hace, además, en colaboración con el Mossad –agencia de inteligencia israelí–, así como con la CIA. Tuvo mucho éxito y, aparte de interceptar mucho armamento, se obtuvo mucha documentación de atentados que tenían preparados y que gracias a esa operación no se llevaron a cabo, evitando el asesinato de muchas personas.
- ¿Cuál era la función del CSID?
- Hay algo que me ha gustado destacar en la novela y es que un servicio de inteligencia tiene la misión de informar: obtiene la información de que se va a producir un atentado, sobre cualquier delito de este tipo que se vaya a cometer. El servicio de inteligencia informa al Gobierno, que es el que luego, a través del Ministro del Interior, ejecuta las acciones. En este caso concreto sobre el que yo hablo en la novela, cómo los servicios de inteligencia, del MOSSAD, de la CIA y del CSID intervienen para obtener esos misiles, pero luego los ejecutores de la acción son, en este caso, la policía francesa y la Guardia Civil.
- Afirma que con este libro también pretende que los jóvenes conozcan la historia de la España de aquellos años.
- Yo no creo que los jóvenes en principio sean conscientes de esos cuarenta años. Yo tengo cinco hijos, catorce nietos y entre ellos alguno ya tiene 30 años, no son adolescentes. Con esas edades, realmente no saben lo que pasó porque nadie se lo ha explicado. Ahora en colegios e institutos se estudia una historia de España troceada, esta parte sí; esta, no… han hecho una historia de España que no se corresponde con la realidad en cuanto que no hay una correlación. Muchos jóvenes que han leído mi novela me preguntan si eso realmente pasó y les digo que desgraciadamente es verdad. La Historia la tienen que escribir los historiadores, los demás no debemos escribirla. Es un error grande que la Historia hoy no la escriba gente preparada y documentada como son los historiadores. Por lo que hablo con mis nietos les enseñan muy poquito y de determinadas cuestiones, otras ni las tocan.
- Rosa Díez afirmó que su nuevo libro era imprescindible para quienes creen que “recordar es un deber”.
- A Rosa Díez la conozco desde hace muchos años y a Paco Vázquez, que me ha escrito el prólogo, también. Son personas que han entendido perfectamente el sentido del libro y ambos están de acuerdo en que ahora estamos viviendo una etapa política en España donde parece que hay que blanquear todo aquello que pasó, como si aquello no hubiera existido. Son 830 muertos ocasionados por ETA, más de 2.000 heridos y 180.000 vascos tuvieron que marcharse de su país porque les hacían la vida imposible.
Todo eso existió y conviene que se conozca quiénes fueron los que mataron allí. Aún hay 300 asesinatos por esclarecer y estas personas que han tenido una relación con el mundo del terrorismo de ETA todavía no han pedido perdón. Hay terroristas que salen de la cárcel, se les hace homenajes y como si no hubiera pasado nada. Lo de hacer borrón y cuenta nueva, no; sobre todo, porque no ha habido un arrepentimiento ni una colaboración con la policía para esclarecer ciertos crímenes, ¿cómo va a ser borrón y cuenta nueva? Eso es imposible. Yo tengo amigos que viven allí y en determinados sitios estas personas siguen imponiendo su ley. O eres de ellos, o eres un maldito.
- ¿Sobre qué tema va a centrar los otros dos tomos de su nueva trilogía?
- Yo creo que van a seguir el hilo del terrorismo, tanto el terrorismo de ETA como el yihadista. En España estamos en grado de alerta 4 siendo el máximo el 5, al que algunos países en Europa incluso han llegado. La amenaza sigue ahí permanente. Mismamente en nuestro país se producen expulsiones de “durmientes”, gente que se mimetiza con el entorno, que incluso se involucra en ONGs y participan en la vida social y que, llegado el momento, ejecuta una orden y comete un asesinato.
Creo que es importante hablar de esos temas porque parece que no pasa nada, pero sí que está pasando. Los servicios de inteligencia y las fuerzas de seguridad están en permanente alerta y creo que hay que dar a conocer, no para asustar, sino para prevenir a la gente.