Decía el finado Alberto Cañas: “Nadie nunca me ha visto de mal humor, lo que pasa es que la estupidez me hace perder la paciencia y entonces me pongo intolerante”. Supongo que lo mismo me pasa a mí, al observar los programas de “comedia” y “entretenimiento” por televisión, este fin de año.
En una sociedad como la nuestra, dada a tomarse todo en broma y a la ligera, se debe ser cuidadoso de que el humor no colabore para debilitar su carácter de denuncia, su ideal contestatario, frivolizando los problemas sociales (por ejemplo con la imitación de políticos) y reforzando la cadena de congojas con su eterno rosario de calamidades; y todo en un ambiente donde se confunde la auténtica fiesta con la “diversión” chabacana, burda, sosa y superficial; y donde lo más inteligente que se puede escuchar es: ¡una bulla!
Julio Vindas Rodríguez
San Pablo de Heredia
El odio es una enfermedad de los inconscientes. Cuando el odio empieza a roer la mente, uno empieza a las patadas y hace un mundo al momento. Hay muchos hombres decentes que por una chispa de odio derramaron mucho resentimiento acumulado. El odio es y será ignorancia. Pero cuando este odio viene de sus líderes, puede ocasionar más de un malestar injusto en todo un sector de la población. Atacar con odio trae más odio y todos sabemos a dónde nos lleva eso. Para muestras extremas, las guerras fratricidas que nos perturbaron y nos perturban hoy en día. Líderes sedientos de poder destruyeron la mente de jóvenes, con la triste esperanza de seguir órdenes por odio, creyendo que así se salvarán de algo que creen peor. ¡Reflexionemos, por favor!
Gustavo Halsband Leverato
Aranjuez
El Ministerio de Hacienda está avisando a los representantes de sociedades inactivas que deben presentar el formulado D-195 de sociedades inactivas y amenazan con imponer una multa, según el artículo 83 del Código Tributario, que establece el cobro de entre tres y diez salarios base, cuando se desconozca el ingreso bruto de la obligada.
Pero si precisamente por definición, una sociedad inactiva no tiene actividad y, por lo tanto, su ingreso anual, no es que se desconozca, sino que es igual a cero, pretender una sanción de diez salarios base deviene en una desproporción al amparo del artículo 33 de la Constitución Política. Así ha fallado la Sala IV en reiteradas ocasiones.
Milton Arias Castrillo
Desamparados
Felicito a la catedrática Isabel Gamboa por su artículo Que vivan los estudiantes, publicado en este diario el domingo 15 de diciembre. Describe un ambiente universitario tan real como sombrío, el cual pone en evidencia los pésimos hábitos de urbanidad que tienen la mayoría de los estudiantes universitarios.
Sin embargo, a mi parecer, se reproduce al inicio del texto un cliché peligroso. Cito: “Si son hijos (los estudiantes) de un padre que maneja pegando pitazos, que grita a las mujeres en la calle o las calla en el trabajo; de una madre arrinconada por el miedo o llena de resentimiento (…) ¿qué jóvenes esperamos?”.
Considero que, los reduccionismos a binomios del tipo hombre-agresor y mujer-víctima como causa que explica —en parte— la mala educación de nuestros jóvenes, consolida más bien un prejuicio dañino que va en detrimento de una inmensa mayoría masculina de la población costarricense.
Francisco Barrientos B.
Coronado
El pasado 15 de diciembre, acudí junto a mi hijo a la juguetería Toys, en Ciudad del Este. Iba a aplicar una orden de compra de Fischel. Lamentablemente y contra los procedimientos libres de papel, no nos quisieron aplicar la orden de compra porque nos exigieron presentar un documento impreso, a pesar de que en la farmacia ya nos habían dado el código respectivo, en un proceso más simple y amigable con el ambiente.
Ojalá que esta cadena de jugueterías mejore sus procesos, reduzca el consumo de papel y la presentación de documentos innecesarios. Ante tal actuación, opté por hacer una compra en otra cadena de tiendas que no nos pidió ningún documento impreso.
Mauricio Solano Con
Curridabat
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