La acusaciones han mantenido invariable la calificación sobre David M.L, autor, a su juicio, del doble asesinato de su entonces pareja, Paloma, y de la hija de ésta, India , de ocho años, así como la petición de 25 años de cárcel por la primera muerte y de prisión permanente revisable por la de la pequeña, informa Ep. En la intervención que abría la cuarta y última jornada del juicio con jurado iniciado la pasada semana en la Audiencia de Valladolid, el fiscal considera que la prueba ha permitido reconstruir todo lo que ocurrió la madrugada del 23 de enero de 2023 y ha llevado a las acusaciones a encajar las piezas del «puzzle» de lo que consideran como un doble asesinato. El acusador público, en declaraciones recogidas por Europa Press, se ha remontado a la tarde en la que el acusado tomó unas copas con unos amigos en La Cistérniga y en Valladolid para luego, de madrugada, plantarse ante la puerta del edificio del Paseo de Zorrilla donde residía con Paloma, su entonces compañera sentimental, y la hija de ésta. Tras franquearle la entrada Paloma, se produjo una discusión y en la cocina el acusado, armado con un cuchillo de grandes dimensiones, comenzó a darle de cuchilladas «de forma indiscriminada», hasta quince, cuando ella se hallaba en un plano inferior, en el suelo. Eran mortales porque le alcanzaron el corazón y los pulmones. Incluso le tapa la boca para tratar de acallar sus gritos. La niña, que oyó la escena, corrió a la habitación donde sabía que había un móvil de la madre y lo cogió para llamar al 112 desde el sofá, donde David la agredió de cinco cuchilladas, «una de ellas, brutal, mortal de necesidad», porque le atraviesa el cráneo y «el resto gratuitas», en alusión a las otras tres recibidas en la espalda y otra entre las mamas. Tras dar muerte a las víctimas, David M.L. trata de contactar con sus dos hermanas, y es una de ellas la que le coge el teléfono. «¡He matado a Paloma e India!», es lo que la hermana puso en boca del acusado y lo que llevó al cuñado a dar parte de lo ocurrido al 112. Los agentes de la Policía Nacional y los facultativos que asistieron a David en los primeros instantes y le condujeron hasta la ambulancia fueron unánimes al apuntar que el acusado era plenamente consciente de la que había «liado», como él mismo advirtió a la enfermera que acudió en la ambulancia. «El móvil nunca lo sabremos. Aparece una maleta en la puerta y posiblemente la víctima le dijera que al día siguiente se fuera de casa , pero eso es algo irrelevante», ha advertido el fiscal al jurado, al que también ha recordado que la autoría la ha reconocido el propio David, tras diez meses de silencio aumentando el «sufrimiento atroz» de la familia de las dos fallecidas. El fiscal ve probado que ambas muertes se produjeron «de forma alevosa» ya que ninguna de las víctimas pudo defenderse, sobre todo la pequeña, de especial «vulnerabilidad», a lo que ha sumado la «vulnerabilidad sorpresiva, porque la ataca estando ella de espaldas». En el presente caso, se da también la «alevosía convivencial» que llevó a las víctimas a bajar o relajar las «barreras de protección» y otra alevosía derivada, a juicio del acusador público, del reducido espacio, la cocina, en la que David acabó con la vida de Paloma. En su alocución, el fiscal entiende que concurre la agravante de parentesco y, «lo más importante», que «en absoluto el acusado tenía alteradas sus facultades mentales a causa de una enfermedad mental», y tampoco que estuviera afectado por la ingesta de alcohol y cocaína.